El gol con la mano del peruano Ruidíaz. / AFP
Tras el gol con la mano de Perú, volvió el debate sobre el
uso de cámaras para ayudar al árbitro. Oponerse es una actitud retrógrada.
Por Juan Manuel Herbella
Oponerse a la implementación de la tecnología en el fútbol,
es como decidir manejarse exclusivamente con dinero en efectivo, prohibir que
los niños jueguen con una consola de videojuegos, pretender que los autos
vengan sin un panel de control que informe sobre la autonomía del combustible o
el consumo promedio l/km. Oponerse a la implementación de la tecnología,
termina siendo una actitud retrógrada, condenada a la soledad. Increíblemente
el mundo del fútbol sigue viviendo una realidad dual. Por un lado, se reconoce
y resalta a los entrenadores que innovan en lo táctico o que buscan aplicar los
avances tecnológicos en el día a día del trabajo de sus equipos y, por otro,
esa misma gente puede ser capaz de exigir que los árbitros sigan dirigiendo
como si estuviésemos en el siglo XIX.
“Estoy totalmente en contra de la tecnología en el fútbol.
Creo que he sufrido más fallos en contra que a favor pero me gusta el fútbol
como lo aprendí a jugar hace 45 años y lo disfruto como es”, sostuvo el
entrenador argentino Juan Antonio Pizzi, al mando de la selección chilena. Lo
dijo después de la polémica que se instauró en la Copa América Centenario
cuando, con un gol con la mano de Raúl Ruidíaz, Perú eliminó a Brasil: al
vencer 1 a 0.
Para entender la lógica del fútbol y sus reglas hay que
remontarse al 26 de octubre de 1863 en las Islas Británicas. Allí se elaboró el
primer reglamento de la Foootball Association (FA), en la famosa taberna
Freemasons de Londres y nació el deporte tal como lo conocemos hoy o al menos
bastante parecido. En ese mitin histórico se creó la Asociación Inglesa de
Fútbol y se redactaron las catorce primeras reglas del juego, bajo la batuta de
Ebenezer Cobb Morley.
Como discutir el reglamento se había tornado un deporte en
sí mismo, veinte años después (el 6 de diciembre de 1882) y en su reunión anual
en la ciudad de Manchester, la FA decidió constituir un nuevo organismo para el
manejo de las reglas. Lo bautizó International Football Association Board
(IFAB), lo conformó con representación de los cuatro estados insulares de la
Gran Bretaña y puso como condición inalterable que tres cuartas partes de los
integrantes estuviesen de acuerdo para realizar cualquier modificación
estatutaria. Este fue el puntapié inicial del conservadurismo reglamentario que
ha caracterizado al fútbol a lo largo de su historia.
Esa fobia a la tecnología para la aplicación del reglamento,
no se ve reflejada en otras áreas. Desde el siglo pasado, Arsene Wenger fue uno
de los primeros (en el Mónaco a finales de los 80), en utilizar programas
informáticos para la gestión de los resultados del equipo. En 1996, la empresa
Opta empezó a relevar datos estadísticos de performance (pases, fouls,
distancia, opciones de gol) durante la Premier League. Poco tiempo después
apareció la telemetría, que a través de imágenes fílmicas evaluaba la
disposición y los recorridos de los integrantes del equipo.
La tecnología no solo se utilizó para relevar la dinámica
del juego, también se implementó en la preparación física específica: desde el
histórico uso del Polar para registrar la frecuencia cardíaca, pasando por los
dispositivos y programas que monitorean el grado de recuperación fisiológico o
el nivel de sueño (para evitar el sobreentrenamiento), hasta el (recientemente
habilitado para los partidos oficiales) uso del GPS individual que censa el
nivel de intensidad y carga que realiza el futbolista.
A muchos podrá resultarles una afirmación extravagante pero,
en cuanto al análisis, el fútbol se ha convertido en un sistema dinámico
complejo que puede explicarse como tal, partiendo de la teoría del caos.
Incluso cumple, casi a rajatabla, con las propiedades o sus principales
características. ¿O no considera usted que el fútbol es un juego donde los
protagonistas están conectados y son interdependientes, donde hay diversidad de
roles y cuanto mayor sea la capacidad de adaptación colectiva mejor será la respuesta
a los nuevos emergentes?
En los equipos de élite, la información está presente para
los entrenadores en todo momento: en el entrenamiento semanal y, también, en el
entretiempo o durante el tiempo de juego del partido. Cómo se mueven, hacia
dónde, si se disponen correctamente para recibir el balón o para bloquear el
pase, si hay coordinación entre ellos, si son eficientes en las jugadas
transicionales (de defensa a ataque o de ataque a defensa), etc, etc, etc.
Ahora, con todo ese bagaje de herramientas posibles y preparación previa, esos
mismos jugadores y el cuerpo técnico están expuestos al error del árbitro de
convalidar un gol con la mano que los deje, a pesar de todo el trabajo y
esfuerzo, afuera de una competencia.
“Adhiero al uso de la tecnología, se evitarían este tipo de
errores determinantes. A lo largo del torneo hubo varias situaciones de
conflicto” aseveró en conferencia de prensa Gerardo Martino. Oponiéndose a lo
dicho por Pizzi y demostrando ser más realista, el entrenador del seleccionado
argentino sentó posición sobre la situación pero también aprovechó para
recordar que Brasil primero se había beneficiado por un grosero error arbitral
(con Ecuador) y ahora se veía perjudicado ante Perú.
Los griegos representaban a Themis, la diosa de la justicia,
con los ojos vendados; no porque pensasen que no veía lo que estaba pasando, si
no para que pudiese ser ecuánime en sus fallos sin importar quien fuera que
estuviese delante. En sus manos contaba con dos herramientas que le permitían
cumplir de mejor forma su trabajo: la balanza, para sopesar correctamente las
cuestiones, y la espada que le brindaba autoridad para cumplir sus fallos. A
los árbitros de fútbol del siglo XXI se los puede representar igual: con los
ojos vendados porque no pueden ver lo que el resto ve en la pantalla o en sus
teléfonos celulares; con la balanza, para compensar cuando sospechan que se han
equivocado pero ya su fallo no tiene vuelta atrás y con la espada. Es
inconcebible e incluso farisaico que, al día de hoy y mientras se aprovechan de
los avances de la ciencia para su práctica profesional, una parte importante
del ambiente del fútbol le siga negando la misma posibilidad al árbitro.
Fuente Perfil.com Cuatro Cuatro Dos
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