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miércoles, 29 de junio de 2016

Messi: los de afuera son de palo – Por Eduardo Verona







Por Eduardo Verona



Se dramatizó el anuncio de Messi de no seguir jugando para la Selección. Y se multiplicaron y se multiplicaran las voces de consejeros profesionales e improvisados que le recomiendan tomar ciertas decisiones que solo le competen a él. En estos casos y en tantos otros casos, vale recordar aquella frase de Obdulio Varela: “Los de afuera son de palo”.



Lionel Messi anunció en New Jersey, después de la caída en la  final de la Copa América Centenario frente a Chile, que se despedía de la Selección. ¿Qué hay que hacer en estos casos? Muy simple: nada. Los que pretenden convertirse en consejeros profesionales o improvisados de Messi, que hoy son millones, le recomiendan que cambie de opinión, que lo piense bien, que reflexione, que no se puede ir así nomás o que está bien que haya tomado esa decisión porque los argentinos son resentidos, deshonestos, reaccionarios y desagradecidos.



En fin, abundan sugerencias de todo tipo. Cada uno cree tener la fórmula exacta y precisa para comunicarle a Messi en las redes sociales, en la prensa, en la TV, en la radio o en la esquina de cualquier barrio porteño, de cualquier provincia o del suburbio, su idea sobre lo que tendría que decir y hacer respecto a su futuro en la Selección nacional.



Mucho chamuyo. Demasiado. Son los viejos o nuevos exégetas de Messi. Como en su momento los tenía Diego Maradona. Son los que quieren hablar por él. Y decidir por él, aunque la realidad es que no deciden absolutamente nada. Los periodistas más próximos o más lejanos a Messi tampoco deciden nada. Como nunca lo hicieron con Maradona, aunque algunos se empeñen en colgarse medallas.






Es la fantasía del cholulismo consagrado lo que prevalece por estos tiempos de grandes exhibicionismos y exhibicionistas. Los deseos de ayudar o colaborar no son solo deseos de ayudar ni de colaborar. Son deseos y necesidades de estar ahí. De ser considerados. De ser mencionados. Aunque sea como figuras decorativas que completen la escenografía.



Se reconocen siempre las buenas intenciones. Pero acá no estamos en presencia de buenas, mediocres o malas intenciones. Es la búsqueda perseverante de los otros de ser escuchados, como si Messi los precisara a todos. Y Messi, como cualquiera en una situación compleja, lo que precisa es ser especialmente sensible a su voz interior. Y no funcional a voces ajenas, por más positivas y edulcoradas que sean.



Hay que dejar que Messi haga su duelo en paz. Un duelo deportivo. Un duelo futbolístico. Y hasta quizás un duelo existencial. Que lo tendrá que leer Messi para seguir haciendo una de las cosas que más le gusta hacer, que es jugar al fútbol. Después si dentro de una semana, un mes, varios meses o un par de años reconfirma o no su alejamiento o vínculo con la Selección, se analizará esa circunstancia.



No es tan dramático ni perturbador que Messi haya anunciado su alejamiento de la Selección. Ni tampoco que se alejen otros. Es una decisión en la que no están en juego valores tan importantes como identidades, nacionalismos o representaciones simbólicas intransferibles.






El fútbol de ayer y de hoy no admite tantas exageraciones en nombre de grandilocuencias que no son tales. Messi necesita lo que necesitamos todos en esos momentos en que estamos solos en la madrugada: estar tranquilo y resolver tranquilo. Sin apuros. Sin urgencias. Sin presiones de ningún tipo. Y sin el circo que no pocos quieren armar desde tribunas públicas buscando sacar algún rédito insustancial.



A los 29 años, lo mejor es que se tome todo el tiempo que considere que tiene que tomarse. Y haga las sumas y restas que por otra parte ya hizo. Como decía el Negro Obdulio Varela, en aquel Maracanazo de 1950 cuando Uruguay venció a Brasil en el Mundial: "Los de afuera son de palo". 



No es un consejo. Es una realidad que transmite la memoria colectiva: Los de afuera son de palo. 





Fuente Diario Popular

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