Esta nueva versión de Lionel Messi es la que nos va a sacar
del fango. Será muy difícil, de aquí en mas, que los jugadores de la Selección
Argentina –nuestro mayor capital– lleguen a un hotel y las cosas no estén en
orden o que el preparador físico se ponga paranoico, cambie el organigrama de
buenas a primeras para evitar a los periodistas y complique la vida de todos.
Messi durante la práctica de este viernes en New Jersey
(Fernando de la Orden).
Por Diego Fucks
Curiosamente, es esa mirada torva de Lionel Messi la que nos
hace pensar en un final feliz. Criticó y se enfrentó a la AFA, dijo sin decir,
miró y vio, se enfureció con Blatter por algo que él mismo calificó como
“mentira”, exigió a los dirigentes argentinos la misma seriedad con la que este
grupo de jugadores afronta cada partido. Se nota cierta tendencia de cierta
prensa a cargarle toda la culpa a Claudio Tapia y Luis Segura porque quedan más
a mano y porque las consecuencias periodísticas son mínimas –Tapia es
presidente de Barracas Central y Segura está en retirada– pero el encargado de
las selecciones nacionales es Víctor Blanco, presidente de Racing y uno de los
principales impulsores de la Superliga. Mientras Leo subía foto y queja a
Instagram, Blanco estaba en Buenos Aires apagando un incendio, provocado por el
intento de venta a River de un jugador lesionado en 3 millones y pico de
dólares. O sea, en el descalabro y la queja de Messi entran todos. Que ninguna
operación nos haga perder de vista esto.
Lo grandioso de lo que pasó el día de su cumpleaños 29 es la
irrupción definitiva y brutal de Messi en la escena global del fútbol
argentino. Es la primera vez que el mejor jugador del planeta se mete en los
temas que a nosotros nos ocupan a diario. Desde el viernes, Messi es un
compañero de aventuras en el rearmado de la AFA post Grondona. Ya no es aquel
pibe en apariencia sumiso y con una desconocida opinión interna, que dejaba las
explicaciones mas sesudas para Mascherano. Decidió tomar el toro por las astas
dentro y fuera de la cancha. Dentro del campo, da pases-gol a Lavezzi y a
Higuaín o clava tiros libres en los ángulos. Fuera de él, blinda a todos sus
compañeros, los pone bajo su ala protectora y los representa ante los
responsables de la organización como nunca antes.
Esta nueva versión de Lionel Messi es la que nos va a sacar
del fango. Será muy difícil, de aquí en mas, que los jugadores de la Selección
Argentina –nuestro mayor capital– lleguen a un hotel y las cosas no estén en
orden o que el preparador físico se ponga paranoico, cambie el organigrama de
buenas a primeras para evitar a los periodistas y complique la vida de todos.
Ese ceño fruncido del pibe rosarino es la más clara señal de que se viene un
nuevo tiempo, en el que los nuevos dirigentes de la AFA deberán ser tan
profesionales e idóneos como nuestros mejores jugadores.
Uno desea con el alma que esta vez todo tenga el mejor final
de una vez por todas. Porque este grupo de jugadores ha logrado llenarnos de
orgullo porque recuerda lo bueno que era nuestro fútbol hace unos 10 ó 15 años,
época en la que José Pekerman no estaba al mando de la selección colombiana y
Hugo Tocalli no estaba en la casa. Pero si las cosas no salen como queremos, el
concepto no debe cambiar ante la frustración.
Messi y sus compañeros van a saber generarse todas las
oportunidades necesarias para dar un grito grande, hoy o mañana.
Fuente Olé
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.