Las duras sensaciones tras el golpe en los penales. Así lo
vivimos desde el palco de prensa del MetLife.
Por Federico Nogueira
Las camisetas rojas, sin ganas de abandonar la tribuna y con
una sonrisa esbelta e inmensa son una puñalada al corazón. Idéntica sensación
se refleja cuando se observa al 10 sentado en el piso, serio, con la lágrima
corriéndole por dentro. Otra vez se escapó la posibilidad de gritar campeón,
otra vez nos quedamos con la medalla del segundo puesto.
Y te aseguro que desde la cancha es peor. La credencial
colgada del cuello es sinónimo de mesura, de dejar el hincha en el olvido. Pero
en esta final se volvió invisible y hasta los periodistas de la sala de prensa
del MetLife se pusieron la celeste y blanca. Ya no había análisis ni
conjeturas, sólo gritos de tablón y aliento para los nuestros.
Ni una mirada al cielo pudo cambiar la historia. Chile clavó
el último penal y la sensación de desazón fue inmensa. Incomparable,
indescriptible. Te juro que, después de un mes con ellos, viajando miles de
kilómetros, haciendo un esfuerzo enorme para estar en el día a día de la
Selección, te duele igual que a los jugadores.
Hay dolores que matan. Son esos de los que no te recuperás
más, que ni el mejor psicólogo puede aliviar. Pasarán los años, seguramente
Argentina conseguirá esa tan buscada gloria, pero esta herida no sanará. Te lo
firmo hoy.
NUEVA YORK (ENVIADO).
Fuente Olé
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.