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domingo, 24 de marzo de 2024

Los Cazafantasmas

Luna celebra su gol en Independiente.

 


Por Nahuel Lanzillotta


En medio de mil rumores y tras una semana cargada de tensión por la dura derrota con Riestra, Independiente hizo lo que tenía que hacer ante Laferrere y ahuyentó los fantasmas.

 

El ambiente se había espesado inmediatamente después de la durísima derrota contra Riestra, que el microclima de Independiente catalogó internamente como un “papelón histórico”. Para muchos, incluso, había sido un resultado “saca técnico”. Lo cierto es que la figura de Carlos Tevez, que había decidido cerrar la boca desde entonces, había quedado en el foco por un mal planteo inicial, aunque gran responsabilidad también había sido de la nula rebeldía de sus jugadores en el campo. Y otro golpazo sería de nocaut.

 

Los fantasmas rondaban el lado rojo de Avellaneda y las declaraciones de un tal Ariel Holan, con o sin intención, no habían hecho otra cosa más que agitar las aguas. Por eso, el cruce con Deportivo Laferrere por Copa Argentina se presentaba como trascendental, no tanto por la instancia o el rival, sino más bien por todo este contexto incendiario. Claro que volver a caer contra un equipo de poquísima monta agravaría el cuadro, pero Independiente cabalgaba contra sus propios fantasmas.

 

Sin embargo, en cancha de Lanús el Diablo se puso el traje de Cazafantasmas y salió decidido a enterrar cualquier suspicacia con un triunfo contundente, acorde a la diferencia de jerarquía ante un cuadro dos divisiones abajo. Esta vez sí el Rojo se mostró enfocado, aun cuando le costó en los primeros minutos lograr romper el cerrojo defensivo con cinco defensores y cuatro volantes de Laferrere.

 

Dominó siempre Independiente en la tarde del viernes. Tevez abandonó el esquema de cinco defensores para replantear la táctica en un 4-3-1-2, con algunas sorpresas, como ubicar a Javier Ruiz como enganche ante la ausencia de Saltita González y la reaparición de Alexis Canelo en el ataque, cuando se pensaba que Ignacio Maestro Puch iba a reemplazar a Matías Giménez.

 

Ruiz fue la figura. Aprovechó la oportunidad, comandó la mayoría de las acciones de riesgo, se animó a gambetear y metió varias asistencias. Buen uno contra uno y mejor lectura de las jugadas para decidir bien. Decir que se ganó la titularidad, con un Tevez que como técnico no se casa con nadie, sería arriesgado, pero sí el pibe le dejó en claro al entrenador que puede apoyarse en él.

 

 

La clave del triunfo que finalmente fue goleada fue no desesperar cuando en gran parte del primer tiempo la claridad no aparecía para definir las jugadas. Tampoco el equipo entró en el juego de un árbitro decidido a complicarle el trámite obviando penales y hasta anulando un gol lícito. El elenco de Avellaneda mantuvo la calma y su plan de juego. Y pudo desatar el nudo con el remate de Alex Luna que significó quebrar el marcador.

 

Eso provocó el adelantamiento inevitable de Lafe, algo que automáticamente liberó terreno para moverse con mayor comodidad en campo ajeno. Ahí sí, en el complemento, florecieron las llegadas de peligro ante el arco adversario. Así y todo, la falta de puntería seguía siendo el principal oponente del Diablo. Tres cabezazos a quemarropa, uno de Canelo, otro de Avalos y otros de Luna. Dos los sacó el arquero y el tercero se fue desviado.

 

El penal sobre Federico Mancuello, que él mismo transformó en el 2-0 tranquilizó todo porque empezó a liquidar el partido. Y todo fluyó. Pudo haber hecho más tantos de jugada, pero volvió a marcar de penal, esta vez a través de Jhonny Quiñónez.

 

Hubo abrazos entre todos. Hubo descarga necesaria después de días bravos, con charlas internas y mil rumores del afuera. Independiente se mantuvo seguro y confiado puertas adentro. Independiente espantó los fantasmas haciendo lo que tenía que hacer: ganar con superioridad. Y ahora compró algo de tranquilidad para afrontar tres finales en búsqueda de los playoffs de la Copa de la Liga.

 

 

Fuente Infierno Rojo

 

 

 

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