Dicen que las finales siempre es mejor definirlas de local
y, es cierto, genera más tranquilidad. ¿Pero qué más da? Es una final, como
todas, y hay que jugarla apretando los dientes, como bien sabe hacerlo
Independiente.
Copa Sudamericana 2017 con Independiente en la final. ¿El
rival? Flamengo, que no perdió ningún partido de local y, al único equipo
argentino que recibió en el Maracaná en el año que fue San Lorenzo, le metió
cuatro. ¿Está difícil? Si, pero también para ellos, porque no enfrentarán a
cualquier equipo, sino que tendrán de rival nada más y nada menos que al Rey de
Copas.
El sábado, luego del triunfo ante Arsenal, le consultaron a
Ariel Holan por la venta de entradas y el Profesor afirmó: “Esto es
Independiente”. Parecen tres simples palabras, pero solo con ellas, al
entrenador le bastó para dar a entender que no están hablando de cualquier
club, sino de un hacedor de grandes hazañas.
¿Acaso quedó en el olvido la Libertadores de 1975, cuando el
Rojo le ganó 3-0 a Cruzeiro para llegar a la final y luego ganarla? Parecía
imposible, pero el Diablo lo logró, y luego sumó su sexta Libertadores. ¿Y en
2010? ¿Cuándo hubo que revertir un 2-0 para ganar la Copa Sudamericana? Los
medios desmerecían a Goiás por estar descendido cuando este había eliminado, en
el camino, a Gremio, a Palmeiras y a Peñarol, tres clubes entre los que hoy
suman nueve Libertadores. Esa noche, Independiente sacó chapa y, con más
aguante y mística que fútbol, logró igualar la serie y ganarla en los penales.
En 1995, tal como sucede hoy, el Rojo también tuvo un
panorama complicado. En la Supercopa de aquel año, la final fue con Flamengo, y
se definía en el Maracaná. Con goles de Javier Mazzoni y Cristian Domizzi, el
Rey de Copas logró un valorable 2-0 en la Doble Visera y, en Brasil, cayó 1-0
con gol nada más y nada menos que de Romário. De esta forma, el grande de
Avellaneda se consagró campeón en Río de Janeiro.
Otra anécdota del gran Rey de Copas es en la Copa
Libertadores de 1964, cuando dejó afuera al Santos de Pelé. En Semifinales de
aquel certamen, el Diablo debió enfrentar al equipo comandado por O Rei, que
venía de ganar dos veces seguidas la Copa. Con un triunfo 3-2 en Brasil y otro
2-1 en Avellaneda, Independiente lo eliminó y pasó a la final, que se la ganó a
Nacional de Uruguay.
Por estas y tantas cosas más, es imposible no ilusionarse,
porque incluso en los momentos más difíciles, el Rojo es capaz de sacar a
relucir la mística que tanto lo identifica y dejar chico al rival. Este
miércoles, con un equipo que debió revertir varias situaciones adversas para
llegar a la final, no será la excepción, y una vez más, estaremos todos juntos
alentando para que el Rey de Copas dé otra vuelta más.
¡Que la Copa quede en Avellaneda!
Fuente Infierno Rojo
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