Lo que pasa en Independiente no es digno del club más ganador de Copas Libertadores. Hay desmanejos que perjudican el andar de una institución gigante. Es un conflicto atrás del otro, cada día, en un club frenado deportivamente hace seis meses.
Hasta el miércoles por la tarde, el pase de Ezequiel Muñoz y el de Federico Martínez estaban cerrados y había acuerdo entre todas las partes. Sin embargo, por la noche hubo una comunicación con Lucas Pusineri para avisarle que no podrían pagar lo que el defensor pretende y que se bajarían de la operación.
Después de semanas negociando, después de que el jugador pasó dos revisiones médicas, después de que le entregaron 150 mil dólares como adelanto a su representante, después de que le pasaron fecha para la firma del contrato, los dirigentes notaron que la transferencia se salía del presupuesto y que no podrían afrontarla.
Los argumentos fueron dos: primero, que Alexander Barboza aún continúa en el plantel, cumple la función de Muñoz y tiene un salario altísimo. Segundo, que desde el lado de Muñoz no aceptan cobrar en dólar oficial, sino que querían arreglar otro tope cambiario, incrementando el valor en pesos.
Por supuesto que esto hizo estallar a Pusineri, quien marcó a Muñoz como una prioridad y pidió que desistan de contratar a Federico Martínez de ser necesario. El problema es que Martínez es una «sugerencia» de Jorge Burruchaga y hay un conflicto de intereses en el medio.
Aparentemente, los dirigentes tirarán las dos operaciones con tal de no gastar demás, ni tampoco exponer que se prescinda de un defensor central para traer al extremo que quiere el Manager, en una posición donde ya hay jugadores. Pero el problema ya está generado, porque al DT no le trajeron ni un solo refuerzo y quedó de manifiesto que el Manager tiene intenciones diferentes.
Acá el problema es de raíz y sumamente lógico: Burruchaga llegó después y no eligió a Pusineri; no es el entrenador que se amolda a su idea. Es evidente aunque quieran negarlo, está claro que no siguen una misma línea. No coincidieron en un sólo jugador desde marzo.
Que Independiente no tiene dinero para salir a gastar al mercado está clarísimo y es entendible (y necesaria) la austeridad, pero lo más sano hubiese sido un sinceramiento inicial, no desgastar a Pusineri creando falsas ilusiones y no haber «negociado» con muchos jugadores y clubes para generar la sensación de movimiento y luego voltear cada una de las transferencias. Después de todo esto, el clima interno pende de un hilo.
Fuente Infierno Rojo
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