Sampaoli en la charla con los jugadores del seleccionado
Crédito: Aníbal Greco
Por Andrés Eliceche
BARCELONA.- Detrás del escenario hay una pelota. Aunque no
aparezca demasiado en estas horas en el centro de la discusión, será con ella
que se jugará aquello que reúne aquí y luego en Rusia a una delegación de
alrededor de 90 argentinos: un Mundial de fútbol. La agitación por la marcha
atrás decidida por la AFA respecto del partido que iba a jugar ante Israel el
sábado en Jerusalén va cediendo, y entonces el foco desnuda un dato: al final,
la selección debutará el sábado 16 en Moscú ante Islandia corta de pruebas.
¿Cómo ataja Franco Armani cuando lleva el escudo de la AFA? Imposible saberlo
porque la suspensión le quitó la posibilidad de mostrarse y aspirar así a
pelearle el puesto a Willy Caballero. ¿Resiste sin problemas Lucas Biglia un
partido de 90 minutos? Quién sabe, el descarte de uno alternativo -ni Letonia,
Moldavia, Malta o San Marino fueron confirmados como el nuevo rival- lo dejó
sin ese desafío. ¿Tiene ritmo competitivo Sergio Agüero? La práctica contra los
sparrings, siempre menos exigente que medirse con un oponente real, será la
única medida. ¿Funciona la sociedad Messi-Lanzini? Un juego de cotillón contra
Haití no dio la talla. Así, Jorge Sampaoli se llevará esas preguntas a Bronnitsy,
adonde la selección llegará el sábado a la noche sin pasar por la escala
israelí. Allí comenzará otra historia.
Kun Agüero en la práctica de ayer Fuente: LA NACION -
Crédito: Aníbal Greco
Lucas Biglia se luce en el arco, durante la práctica de
ayer. Llegará al Mundial sin minutos en la cancha Fuente: LA NACION - Crédito:
Aníbal Greco
Mientras ayer Claudio "Chiqui" Tapia iniciaba
frente a la prensa argentina su soliloquio de tres minutos en el segundo
subsuelo del hotel Sofía, en otra habitación se diseñaba lo que pasará en
adelante: el cuerpo técnico le daba forma a los tres entrenamientos que restan
en la Ciudad Deportiva Joan Gamper. Porque aunque el presidente de la AFA haya
evitado decirlo, ya era un hecho que no habría amistoso de reemplazo. Había
quedado atrás la reunión entre el dirigente y los dos emisarios que vinieron
desde Israel a intentar salvar lo insalvable. Eran Ariel Raber, el dueño de la
empresa Comtec Group -organizadora del fallido partido- y un allegado al
gobierno de Benjamin Netanyahu. Los hombres se fueron con mucho menos de lo que
pretendían: debieron conformarse con la promesa de que el enfrentamiento entre
la Argentina e Israel se haría "más adelante", en una sede a definir.
Que no será Jerusalén, claro.
A esa altura de la tarde, los jugadores disfrutaban las
horas libres. Estaba por llegar desde Sevilla Federico Fazio, feliz de ser
padre primerizo: el lunes había nacido Tomás en la ciudad a la que el defensor
llegó cuando tenía 20 años, y en la que conoció a su mujer. Su regreso lo puso
en el lugar del compañero feliz al que todos saludan. Los demás se repartían
entre paseos catalanes, la ronda de mate y alguna pasada por el lobby. Menos
Messi, que recibió a algunos conocidos en su habitación. El descanso de la
tarde, una constante desde que se instalaron aquí -excepto el día que hicieron
doble turno- respeta una idea que nació del profesor Jorge Desio. Fue él quien
notó que las cargas sobre los jugadores necesitaban ser menos exigentes en esta
etapa de afinación definitiva. Menos fútbol, más relajación.
La práctica de la mañana, de todos modos, había servido para
machacar con el concepto de las tres fases de presión que pretende fijar el
entrenador. Lo mismo habían realizado el día anterior: repetir y repetir hasta
que el ejercicio salga coordinado, como en una situación de partido. En esos
movimientos se pudo ver a Marcos Rojo tomando confianza como central a la par
de Nicolás Otamendi. Más allá de la ausencia circunstancial de Fazio, Sampaoli
ve los progresos que el defensor no mostró la noche del sopapo de España en
Madrid. Aquel 6-1 en contra y el 2-0 a Italia a favor cuatro días antes -ambos
en marzo- serán las últimas pruebas de fuerza que el equipo llevará en sus
maletas cuando aterrice en Rusia. Demasiado lejanas: el 4-0 a Haití de la
semana pasada en la Bombonera no cuenta como episodio relevante, dada la mínima
estatura del rival.
Tapia confirmó que la selección argentina no viajará a
Israel - Fuente: Télam
Para el cuerpo técnico, la falta de ensayos de peso no se
trata necesariamente de un hándicap, a pesar de que en la última semana todos
los candidatos jugaron mientras la Argentina solo se entrenaba. Brasil le ganó
a Croacia (segundo rival argentino en Rusia) y enfrentará a Austria el domingo;
España empató con Suiza y jugará contra Túnez el sábado; Alemania perdió ante
Austria y se cruzará con Arabia Saudita este viernes; Francia le ganó a Italia
y chocará con Estados Unidos el sábado... ¿Y los rivales del Grupo D de la Copa
del Mundo? Lo mismo: Islandia completará dos partidos (Noruega y Ghana),
Croacia también dos (Brasil y Senegal) y Nigeria otros dos (Inglaterra y
República Checa).
Pero cada maestro con su librito; el del cuerpo técnico
argentino tiene escrito que la remanida suspensión del match contra Israel será
positiva, aunque implique no sumar más minutos de competencia. Y alrededor de
Sampaoli enumeran las ventajas conseguidas: evitan dos viajes largos, liberan
mentalmente a los jugadores de la carga de ir a un lugar al que no querían
llegar y eliminar el riesgo de una lesión. "Si te torcés un tobillo ahora
y no podés jugar contra Islandia, ¿quién te creés que sale perdiendo?",
grafica un asistente técnico.
Fuente La Nación
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