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lunes, 18 de junio de 2018

Opinión - La final anticipada de Argentina - Por Eduardo Verona




Por Eduardo Verona

En la vigilia del cruce de Argentina ante Croacia se amontonan distintos interrogantes respecto al futuro del equipo que dirige Jorge Sampaoli.

¿Qué tipo de cambios debería provocar la Selección en un partido de carácter decisivo?

La necesidad imperiosa de reconstruir un tejido anímico dañado después del decepcionante empate ante Islandia. Los ingresos de Pavón y Banega o Lo Celso desde el arranque. Las dudas que despierta la presencia de Caballero.

¿Qué tiene que cambiar Argentina este jueves frente a Croacia, cuando se jugará en gran medida su clasificación a los octavos de final? ¿La actitud? ¿La táctica? ¿El sistema? ¿El concepto estratégico? ¿Las formas futbolísticas para defender, recuperar la pelota y atacar? ¿Las búsquedas ofensivas? ¿O no tiene que cambiar nada? ¿O tiene que cambiar todo en función de las necesidades que no son pocas?


Cuando irrumpen en escena perfiles simbólicos y reales de alta complejidad las dudas florecen con una velocidad inusitada. Las dudas más insólitas o más creíbles terminan abrazando a todos. O a casi todos. El fenómeno del fútbol, más bien que no está al margen. Y los protagonistas tampoco. Se deben estar viviendo momentos muy difíciles en la Selección. El empate frustrante ante Islandia del último sábado convocó a esa amplia galería de fantasmas que todos más o menos reconocemos en el marco de las memorias.

El equipo no fue un desastre en su primera presentación, pero tampoco funcionó. En todas las instancias decisivas del juego se quedó por la mitad. No determinó una clara conducta futbolística. No fue tan agresivo y dominante como lo indicaban las circunstancias. No apabulló a un rival que amontonó gente en el fondo. Fue light. O chirlo. O un poco tibio para apropiarse del partido y de los tres puntos. Y lo pagó caro. Lo pagó con una igualdad que lo dejó en posición muy comprometida para el cruce ante Croacia, que ya derrotó a Nigeria 2-0 y llega con ventaja.


Tendría que soltarse Argentina. Soltarse no significa regalarse o inmolarse para que la maten a contraataques. Soltarse es respetar menos las funciones originales de mitad de campo en adelante. Es ser menos posicional. Menos previsible. Y más activo y vital en ese viejo y reivindicado precepto de entrar y salir de la jugada a favor de una gran movilidad para generar la sorpresa que este equipo no genera. Porque es verdad que casi todos quieren la pelota, pero no van en búsqueda de los espacios, como por ejemplo lo hizo Meza picando vacío y provocando el penal que después Messi malogró con una masita desangelada impropia de su talento. A propósito: ¿no quedó la impresión de que Messi fue a rematar el penal sin estar convencido?

Jorge Sampaoli pretende que Argentina haga la diferencia en virtud de su capacidad ofensiva. Pero esa capacidad ofensiva que en lo potencial dispone la Selección no logra manifestarse de manera efectiva. No es nuevo este problema. Por el contrario; es de vieja data y antecede a Sampaoli.


Frente a Islandia esa deuda contraída volvió a quedar en primerísimo plano. Y Messi tampoco logró recrear su desequilibrio, siendo el jugador más desequilibrante del mundo. Sugestivo pero cierto. Es inevitable que la Selección necesita reformularse sobre la marcha. No es un pecado capital hacerlo. La Selección campeona del mundo que dirigió el Flaco Menotti en 1978 también se reformuló sobre la marcha. La de 1986, bajo la conducción de Carlos Bilardo, lo mismo.

Lo que se impone es la presencia desde el arranque de Pavón en reemplazo del errático y desconcertante Di María y de Banega o Lo Celso para acompañar a Mascherano, desplazando la muy discreta versión que mostró Biglia, muy lento y muy impreciso. ¿Caballero? Sampaoli lo va a mantener como titular, pero la inseguridad que transmitió el arquero contra Islandia, si se repite ante Croacia, puede ser fatal.

La decisión del entrenador de postergar a Armani, en un momento excepcional de su carrera, no parece ser otra cosa que un grave error de Sampaoli, quizás atrapado por cierta ductilidad de Caballero para comenzar la salida desde el fondo de la cancha, atributo en el que tampoco se destaca con una gran luz de diferencia sobre Armani.

En la vigilia inquietante y perturbadora del partido frente a Croacia habrá que reconstruir el tejido anímico dañado que dejó la inesperada igualdad en el debut. Una igualdad que compromete seriamente el sueño mundialista de Argentina. Una derrota anticiparía de manera fulminante su regreso. Y dejaría sin protección de ninguna especie a Messi y compañía.

Por todo eso es crucial rescatar un triunfo. Como si fuera una final anticipada. O algo bastante parecido




Fuente Diario Popular

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