Por Darío Gurevich / Fotos: Emiliano Lasalvia
Sorprende por su juego, pero también por su conocimiento
táctico. La pasión por Banfield y la magia de Garrafa Sánchez. La recomendación
de Marzolini para que lo dejaran de 3. Las vivencias en el Taladro. El
crecimiento en España. Su mejor etapa de la mano de Milito. Las claves del
nuevo Independiente.
Figura roja. Defiende y ataca bien. Hace un año y ocho
meses, juega en Independiente. Tiene proyección.
“Perdí la memoria tres veces adentro de la cancha. La
primera se produjo en Rosario, ante Central. Fue en 2007, si no me equivoco,
cuando estaba en la Séptima de Banfield. Salté contra dos delanteros, y uno
cabeceó hacia atrás y el otro me cabeceó de costado. Al caer, ya no me acordaba
de nada. Es más, a mi papá le gusta sacar fotos, y existe una imagen en la que
hay un tiro libre para Central y yo estoy de espalda a la jugada. O sea: me
encontraba perdido. De hecho, le pregunté a un compañero dónde estaba, qué
hacíamos… Hasta me dijo el resultado. Cuando se terminó el partido, me llevaron
a una clínica. Mi mamá iba en la ambulancia conmigo, y mi papá nos seguía desde
un auto con el padre de un amigo. ‘Puede ir más rápido’, le pidió mi mamá al
conductor. ¡Para qué! El tipo encendió la sirena, y mi papá se asustó, se pensó
que me pasaba algo grave. Ya en la clínica, yo preguntaba lo mismo cada cinco
minutos. Estuve un día internado en Rosario”.
Nicolás Tagliafico se aleja del lateral por izquierda que la
rompe en Independiente y profundiza su narración. “Gracias a ese partido ante
Central, Jorge Theiler me citó para la Selección Sub 15. Me comentaron que
jugué bárbaro -sorprende-. Las otras dos veces que perdí la memoria fueron en
la Reserva de Banfield, también por choques. Lo bueno es que estas situaciones
no me amedrentaron. Jamás doy una pelota por perdida y voy a disputarla de
manera leal como si fuera la última. Juego así porque es mi forma de ser, de
entregarme. Lo hacía desde chiquito en el Club Atlético Social Villa Calzada y
lo mantengo en Independiente. Sé que pude haber andado bien, regular o mal, que
di pases excelentes y horrorosos, pero siempre corrí y me esforcé”.
Banfield atraviesa a su familia. Sus abuelos comenzaron a
seguir al Taladro y les transmitieron esa pasión a las siguientes generaciones.
Nicolás, el menor de cuatro hermanos, recuerda que, de chiquito, la camiseta
verde y blanca inmaculada le quedaba por las rodillas, que les pidió autógrafos
a Angel Comizzo, Garrafa Sánchez y al
Gatito Leeb. Su madre le contó que veía al equipo desde la panza, en especial
cuando Leonardo jugaba en inferiores. “Es mi hermano mayor, categoría 82. Se
paraba de lateral o de volante por derecha. Tuvo problemas en el hombro, no
pudo seguir y se quedó libre. Llegó hasta la Cuarta -asegura-. Después, le
sigue Ezequiel, categoría 86, que jugaba de central derecho. Teníamos casi toda
la defensa armada (se ríe). Llegó hasta la Octava y se fue a Brown de Adrogué.
Tenía 15 o 16 años, se entrenaba con la Primera de Brown y dejó por vago.
Florencia es la tercera; le encanta el fútbol y el deporte, se recibió de
periodista”.
En el club realizó un recorrido de 14 o 15 años. Se probó,
lo ficharon y se hizo desde abajo: liga, preinfantiles, infantiles, Prenovena,
Novena, Octava, Séptima, Cuarta, Reserva y Primera. En inferiores, cuando era
un pibito, jugaba de volante por izquierda. Pero, en un clásico ante Lanús, se
acercó a la que sería su posición. “El 7 de ellos era rapidísimo. El entrenador
me pidió que jugara de 3 por mi velocidad y anduve muy bien. En ese momento,
Silvio Marzolini era el coordinador de inferiores y dijo: ‘A este chico déjenlo
de lateral por izquierda’. A partir de ahí, siempre fui 3”, afirma.
-¿Quién era tu espejo de chico?
-No tenía a uno. Pero, cuando ya era más grande, miraba a
Juan Pablo Sorin y Philipp Lahm. El alemán me encantaba porque era lateral
derecho e izquierdo, central, cinco… Una bestia.
-¿Qué futbolista, de aquellos que veías en la cancha y con
la camiseta de Banfield, te fascinaba?
-Garrafa Sánchez, porque tenía pausa, una zurda mágica; era
un enganche de antes. El primer partido que fui a la cancha fue un
Banfield-Independiente en 2002. ¡Qué casualidad! Banfield lo ganó 2-1 y se
salvó del descenso. Garrafa metió un golazo. Fue de un tiro libre hermoso. De
tanto grito y salto, aparecí abajo de todo en la tribuna. La gente me subió
hasta donde estaba mi papá. Fue un descontrol.
-¿Cuándo el fútbol empezó a ser un trabajo en tu vida?
-Al pasar de Séptima a Cuarta. Tenía 16 años y fue un cambio
brusco. Entendía que estaba ahí de cumplir mi sueño: llegar a Primera. Empezaba
a entrenarme con jugadores que miraba en la cancha. Ya estaba ahí… Solo tenía que
comenzar a ser profesional: a ser disciplinado y un montón de cosas más.
-Debutaste en Primera en marzo de 2011, en el triunfo 2-1 de
Banfield ante Tigre, como visitante. ¿Qué recordás de aquel estreno?
-A Marcelo Bustamante lo expulsaron y me tocó. Yo había ido
bastante al banco en 2010, cuando Julio Falcioni priorizaba a los pibes para el
torneo local porque el equipo titular jugaba la Copa Libertadores. Bueno, a
Bustamante lo echaron y Sebastián Méndez me hizo entrar. “Jugá tranquilo, que
te ordenen los muchachos”, me pidió el Gallego, que era el entrenador. Faltaban
40 minutos, y, en las primeras jugadas, estaba loco: pa, pa, pa, y amarilla (se
ríe y se lamenta). En el último minuto, lo ganamos. Me acuerdo patente: Beto
Bologna tiró un pelotazo largo, y el Chucky Ferreyra giró ante el Pato
Galmarini y la clavó al lado de un palo. Así que el debut fue bueno.
-¿Qué te dejó el descenso en 2012?
-Sufrí un montón… En 2011-2012, mi actuación fue buena.
Jugué mucho (33 partidos), y la gente me lo reconoció. Pero lo padecí. Había
problemas en el club, y yo que tenía 18 o 19 años, que era tan joven, a veces
no los entendía. Mi idea era quedarme para pelearla, pero el presidente me
quería mostrar. Así que se hizo un préstamo sin opción de compra con el Murcia,
que estaba en la Segunda de España.
Nació el 31 de agosto de 1992 en Rafael Calzada, provincia
de Buenos Aires. El zurdo tiene 24 años.
-¿Qué incorporaste en el Murcia en la temporada 2012-13?
-Fue un paso importante. Porque era jugar en Europa y vivir
solo por primera vez. En lo futbolístico, se tomaban ideas del Barcelona de
2011, que jugaba 4-3-3. El fútbol era muy táctico, y las canchas, rápidas. El
césped estaba muy corto, parecía sintético. En el juego, siempre me encontraba
con un extremo por derecha, y era mano a mano, uno contra uno. Al principio, me
costó porque a los delanteros no los podés tocar. Cuando agarré la mano y el
ritmo, me gustó, jugué mucho (27 partidos) y anduve bien. Los dirigentes del
Murcia me quisieron comprar, y el Tata Martino intentó llevarme al Newell’s que
después fue campeón.
-Pero volviste a Banfield, que competía en la B Nacional.
Más allá del amor, ¿qué te atrajo al regresar?
-La propuesta de juego de Almeyda. La idea de Matías era
bielsista: un 3-3-1-3, y yo jugaba de volante interno por izquierda, lo que
Juan Pablo Sorin hacía con Bielsa. La posición me encantaba, tenía
automatizados los movimientos. Aquel era un plantel bárbaro. Sentíamos que
ganaríamos en todos lados. El equipo jugaba muy bien. Ascendimos, salimos
campeones por mucha diferencia.
-¿Qué entrenadores, de los que te dirigieron, te sedujeron
por la propuesta futbolística?
-Son tres. Almeyda es uno por lo que comenté recién, y La
Volpe, otro. Cuando me dirigió, yo era sumiso por momentos. Porque él te
generaba eso. Adentro de la cancha, te miraba con el ceño fruncido y te daba
miedo. Yo era joven, decía a todo que sí, miraba para abajo y trataba de hacer
lo que me pedía. El tipo sabía mucho; fue una etapa en la que Banfield jugó
bárbaro. Ricardo usó un 3-5-2, un 5-3-2 y un 5-2-3. Era muy parecido a lo que
hacemos con Gabriel Milito: mucha movilidad, buscar bastante el espacio… Es
más, me gustaría tenerlo otra vez para disfrutarlo más y no hacer todo lo que
me decía. Porque había jugadas que pedían otra cosa, y debía dejarme llevar por
mi intuición. Pero, bueno, era joven y estaba estructurado. La propuesta de
Milito también me gusta. Además de la movilidad permanente y de buscar los
espacios, se hace un juego de posesión y de control.
-¿Te cambió el mapa al sumarte a Independiente en febrero de
2015?
-Sí, porque es un equipo grande, con historia, y todo
aumenta: la prensa, ni hablar la gente, el reconocimiento por la calle… Al
principio, me costó. Llegué un martes o un miércoles, casi por arrancar el
torneo, y el sábado nos fuimos para Rosario, jugué de titular contra Newell’s,
cometí un penal y mi rendimiento no fue bueno. Por otro lado, se había generado
mucha expectativa conmigo. Porque también me quisieron Boca y River. Entonces,
el ambiente estaba raro. Con el tiempo, me empecé a acostumbrar, no le di tanta
importancia a eso, y ahora estoy bárbaro: cómodo y con confianza.
-Hasta acá, el funcionamiento del equipo bajo la conducción
de Milito es muy bueno.
-Sí; nosotros entendemos qué pretende Gaby. Hay un cambio.
Se nota que el equipo intenta, arriesga, y no nos preocupamos si algo sale mal
porque lo volvemos a intentar. Esto es fundamental porque jugamos más sueltos,
y lo que se practica sale adentro de la cancha. Después, dependerá de los
rivales, si nos presionan más o menos, si juegan más cerrados o abiertos.
Además, tenemos jugadores de calidad, de muy buen pie. Creo que podemos dar
mucho más. Si bien mostramos algunas cositas buenas de posesión, se puede
mejorar más.
-Para aquellos que observaron poco o nada del Rojo, ¿cuáles
son las claves de ese funcionamiento?
-Gabriel siempre nos dice que para defender bien, hay que
atacar bien. Entonces, el equipo debe ser corto. Así podemos atacar sin
problemas porque si perdemos la pelota, estamos todos juntos para recuperarla.
Se ve mucho que nuestra defensa está bastante alta. Después, nos tenemos que
asociar, dar muchos pases por adentro para que el rival se cierre y a partir de
ahí se generen los espacios por afuera. Si el rival está abierto, debemos
entrarle por adentro. Esto es guardiolista. A mí me gusta. Por otro lado, en el
juego sin pelota, si un delantero nuestro viene a buscar por adentro y el
central no le sale, el 9 recibe solo. Ahora, si el central lo sigue, los
extremos deben correr. Es un juego en conjunto. Nos pasó contra Chapecoense, en
el partido de ida por la Copa Sudamericana, porque nuestros centrales atacaron.
Me ocurrió a mí contra Quilmes que jugué de stopper y tuve que atacar. Por eso,
es fundamental la posesión y ser cortos.
-¿Independiente es un equipo peligroso?
-Creo que sí; nos defendemos bien, como ante Lanús, uno de
los mejores del fútbol argentino, que tiene automatizados los movimientos. En
ese partido, nos defendimos los 11. Entonces, la solidez defensiva es una base.
Somos buenos en el contragolpe porque tenemos gente muy rápida, y en la
posesión porque hay buen pie. Estas tres cosas nos hacen un equipo peligroso.
-Charlemos sobre tu juego. Terminás las jugadas de 11 o por
el centro del ataque. ¿La idea es pasar en todos los tiros?
-Primero, la idea es defender. Después, ser salida. Como las
coberturas las hacen los volantes centrales, los laterales podemos pasar al ataque.
Cuando la pelota va desde la derecha hacia el centro, ya tengo que estar subido
para atacar. Si es un contragolpe, también debo pasar. Tengo la libertad y la
resistencia para hacerlo. Luego, debo ser inteligente para ver dónde está el
espacio, si por afuera para tirar un centro o por adentro para definir.
Los técnicos que más lo sedujeron son La Volpe, Almeyda y
Milito. Planea hacer el curso de entrenador.
-¿Tirás un centro o metés un pase?
-Digo la verdad: por momentos son pases y por otros,
centros. Cuando tengo el espacio para levantar la cabeza y ver dónde ubicar a
la pelota, se trata de un pase. Si no, intento meter un centro por delante de
la defensa rival porque sé que hay gente para llegar a la pelota. Por ejemplo,
contra Quilmes, se la pasé a Rigoni; fue un centro atrás. Frente a Godoy Cruz,
también la pasé: me llegó la pelota, levanté la vista, lo escuché a Vera y se
la jugué al primer palo. Fue un pase excelente. Igualmente, hubo veces en las
que me salió un centrazo y se pensaron que fue un pase, pero no.
-¿Encontraste tu mejor versión con Milito de entrenador?
-Sí, es mi mejor etapa. Cuando llegué a Independiente, me
dirigió Jorge Almirón, que tiene una idea parecida a la de Gabriel, pero
coincidió con mi adaptación. Después, Mauricio Pellegrino utilizaba un sistema
diferente, y yo no atacaba con tanta libertad como lo hago hoy. Ojalá pueda
seguir en este nivel o mejorar más todavía.
“Hacer carrera en la Selección”
Le apuntará a eso. Nicolás Tagliafico jamás se ruboriza al
sostenerlo. Está cómodo porque charla, como hace 59 minutos, sobre fútbol. Sabe
qué es ser de Selección. Lo experimentó en juveniles desde la Sub 15 hasta la
Sub 20. Sin perder la cabeza, aguarda por su chance en la Mayor.
“Creo que me
va a llegar la convocatoria en algún momento. Sé que no me puedo relajar, que
debo mejorar y seguir entrenándome. Pero estoy tranquilo, tengo 24 años, y no
quiero saltear etapas… Siempre fui de menos a más al dar pasos cortos, pero firmes.
No me gustaría ir dos partidos y nunca más volver. Por eso, la idea es tener
una base, un rendimiento, sabiendo que, si voy, cumpliré. Llegar al
seleccionado no es para cualquiera. Mi ilusión es ser convocado, afianzarme y
hacer una carrera en la Selección, como la desarrollaron Javier Zanetti y Juan
Pablo Sorin”, explica.
Nota publicada en la edición de octubre de 2016 de El
Gráfico
Fuente El Gráfico
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.