Por Diego Latorre
Decía César Menotti en estos días que el genio
"necesita un escenario". Y tiene razón. Pero a veces, de repente, y
con un mínimo aporte de los demás, el genio se ilumina y lo resuelve todo.
Lionel Messi fue el dueño del partido, del resultado y de
las acciones más relevantes.
Su magia, su imaginación, su capacidad para
desequilibrar y los múltiples atributos que lo sitúan, sin duda, como el mejor
jugador del planeta, simplificaron en un rato todos los conflictos
futbolísticos y emocionales de la selección argentina. Contra esta inexpresiva
y tibia Colombia, el genio jugó uno de esos partidos en los que da la sensación
de que puede contra todo y contra todos. Y a partir de su actuación, el equipo
recibió una inyección de alivio. En estas circunstancias, una ventaja rápida te
quita la frustración, te abre la mente, te da claridad para jugar, elimina el
peso insoportable de la ansiedad. Entonces, por un lado se recupera el
optimismo; y por el otro, desaparecen la confusión y la anarquía.
Pero resulta indispensable aclarar que lo ocurrido anoche no
va a pasar siempre. La genialidad no es permanente, y tiene que estar apoyada
por un equipo que la permita. La iluminación de Messi en San Juan, y las
concesiones que dio el rival, sirvieron para superar la tensión agobiante con
la que Argentina llegó al partido, pero tampoco podemos engañarnos. Hubo muy
pocos argumentos más allá del 10. Los goles no valieron para mejorar los
circuitos de juego, y casi la única idea fue darle la pelota a Messi para que
él resolviera.
Es cierto que Pratto estuvo bien y que a medida que fue
avanzando el partido, cuando el equipo necesitó un desahogo arriba, se hizo importante.
También Mascherano completó un encuentro correcto metido entre los centrales y
favorecido por la apatía colombiana. Pero muy poco más.
De acá en más habrá que seguir pensando cómo hacer para que
la pelota le llegue a Messi en los últimos metros de la cancha, cómo encontrar
afinidades y un juego que sostenga el conjunto cuando el gol no aparezca tan
rápido. En definitiva, esas cosas que brindan estabilidad y regularidad a los
equipos.
Mientras tanto, celebremos el 3-0 que quita un enorme peso
de encima. Y sobre todo, sigamos deleitándonos con el genio.
Fuente Cancha Llena
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