Independiente se encarriló tras haber sido eliminado en la
Copa Argentina; en el primer partido de Milito como DT en el Libertadores de
América, venció a Godoy Cruz por 2-0
PorJonathan Wiktor
Cuesta, Benítez y Rigoni acompañan al goleador Vera, que
abrió la cuenta. Foto: M. Alfieri
Gabriel Milito, hijo pródigo del club, tenía anoche los ojos
estrábicos cuando pisó por primera vez como DT de Independiente el mismo césped
que besó en su despedida como futbolista. Lo había hecho con la reserva y lo
había hecho, también, el domingo 30 de agosto del año pasado, cuando dirigía a
Estudiantes, en un partido que terminó 1 a 1, pero no había comparación con lo
que le ocurría esta vez. Tras tres partidos en el semestre, los tres afuera de
su cancha, tenía en ese instante el bautismo en su casa, el primer roce directo
con su público. Poco menos de dos horas más tarde, en el mismo escenario, ante
su gente, el Mariscal elegiría la mesura para celebrar el triunfo 2 a 0 sobre
Godoy Cruz, su tercera victoria consecutiva.
Si los tres partidos anteriores fueron sorpresivos, anoche
se dio el resultado esperado: después de un inicio de temporada un tanto
extraño, donde perdió ante Defensa y Justicia y derrotó -como visitante- a
Lanús y a Belgrano, había poco espacio para que el Tomba, con buenas intenciones
pero sin tanto talento, diera el golpe. La incertidumbre pasaba por el propio
Independiente, que a pesar de los buenos resultados conseguidos en las últimas
semanas todavía no había encontrado un funcionamiento que respaldara sus
victorias.
Más allá de algunos momentos puntuales, sobre todo en el
primer tiempo, el de Milito volvió a ser un equipo eficaz pero al que no le
sobra nada. Como si fuera un equilibrista, el local -inyectado de un estilo que
empieza a notarse pero que todavía tiene fallas en su sistema operativo-
sostuvo los tres puntos tras caminar siempre por la cornisa. La virtud, tal
vez, estuvo en volver a mantener su arco en cero, algo que consiguió en los dos
triunfos anteriores, y en las buenas actuaciones de sus jugadores, como el
Cebolla Rodríguez, que hizo un buen trabajo pero que se fue con molestias
físicas y algunas lágrimas en sus ojos.
Luego de un primer tiempo que se apagó en un empate, el
segundo era un nuevo examen para Independiente, que entendió que debía mejorar
para poner en apuros a Godoy Cruz. El gol lo logró rápido, en el amanecer de la
segunda parte, cuando Diego Vera, siempre sacrificado, rompió el molde de lo
que hasta esa altura era un partido cargado de movimientos, pero en la llanura
del cero. El gol pareció la dosis de adrenalina que necesitaban los Rojos para
dar el salto de calidad, pero lo que en verdad ocurrió fue un efecto rebote.
Como si a partir de ese momento el miedo a que se lo empataran se hubiera
apoderado de los jugadores, Independiente no sólo que no mejoró, sino que quedó
por momentos a merced de su rival.
Recién sobre el final, cuando el Tomba luchaba desesperado
por llegar al empate, Independiente estiró la diferencia con un gran gol de
Ezequiel Barco, la joven promesa, quien puso el 2 a 0 en la última jugada y se
llevó una ovación.
Hubo, a pesar de todo, poco espacio para el festejo. El
miércoles, ante Lanús, otra vez en el Libertadores de América, Independiente
buscará cerrar la clasificación a los octavos de final de la Copa Sudamericana.
Fuente Cancha Llena
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