Por Federico
Giovetti
Independiente jugó un pésimo partido y quedó eliminado de la
Copa Sudamericana. Un objetivo más que se esfuma. Mínimo hasta mediados de 2017
sin competencia internacional y sólo dedicándonos al torneo. Duele en el alma.
Cero fútbol. Poca elaboración. Dudosa la entrega de algunos
jugadores. Porque el Rojo debió haber perdido en los noventa minutos ante un
rival que supo manejar sus limitaciones. Dos veces los palos evitaron que la
valla de Campaña sea vencida. Sobre todo en el segundo tiempo, el equipo del
Gaby se desesperó, atacó mal y defendió peor. Muy poco para pretender pelear
por una copa.
En nombres, Independiente era más que los brasileños. En la
cancha no lo pudo plasmar. En ninguno de los dos partidos. A Toledo le costó
contener a Tiaguinho. El “Cebolla” Rodríguez (a mi entender, mal físicamente)
no fue el motor que necesitábamos. Estuvo desaparecido. Lo mismo Rigoni. Sin
ganas, desconocido, cien por ciento impreciso. Si bien sólo jugó dos partidos y
es prematuro calificarlo, la cantidad pagada por Meza parece excesiva. Ortiz es
prácticamente incalificable. Fue un fantasma en la cancha. La defensa dudó en
varias ocasiones, más precisamente en las pelotas paradas.
Sólo se salvó Martín Campaña, que atajó dos penales y sus
compañeros no lo pudieron aprovechar. Danilo atajó cuatro penales tirándose a
su lado derecho. ¡Cuatro! Luego de errar dos ¿nadie le dijo a los jugadores que
no sigan pateando a ese costado? Porque fue increíble con el nerviosismo que
ejecutaron los de Independiente.
Igualmente, el problema fue futbolístico. Chapecoense jugó a
lo que sabía. El Diablo no. 180 minutos sin poder convertir un gol, generando
pocas situaciones, no es digno. Fue decepcionante. Duele en el alma. Sangran
los ojos.
Fuente El Gran Campeón
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.