Tercer empate en una semana del equipo de Milito, que no
consigue llevar al marcador su vocación ofensiva y algunos momentos de buen
juego; ahora, a Brasil por la Sudamericana
Por Jonathan Wiktor
Luna, autor del gol
de Tigre, lucha por la pelota con Barco. Foto: M. Alfieri
Gabriel Milito ya no sabía cómo aliviar sus nervios. En un
intento por tratar de mantener la calma respiró profundo, hastiado, como si en
ese gesto pudiera descargar su bronca. La última jugada del partido acababa de
desperdiciarse y el entrenador de Independiente, sin poder entender cómo sus
jugadores habían fallado tantas oportunidades, dedujo que no había más tiempo:
su equipo, tras un primer tiempo para el olvido y un segundo de buen nivel,
volvió a empatar, ya por tercera vez consecutiva.
El primer tiempo de Independiente, que anoche tuvo dos
caras, fue tan opaco que resultó cuanto menos inmerecido que encontrara el
empate en la última jugada de ese período. Tigre, que a fuerza de pases al
vacío y corridas había logrado desconectar el endeble sistema defensivo de su
rival, pegó primero, a los 17 minutos, cuando había hecho los méritos
necesarios como para abrir fuego. Carlos Luna aprovechó un centro exigido de
Sebastián Rincón y sacudió la estructura de Independiente, que necesitó de ese
golpe para entrar en el ritmo del partido.
Como ocurrió en otros encuentros, los Rojos se llevaron
durante esa primera parte un premio que no se reflejaba en el rendimiento. Más
allá de que luego del gol de Luna, cuando Tigre se desarmó y el local tuvo sus
primeros raptos de juego, un centro de Maxi Meza -debutó de titular como local-
pegó en el palo y pudo haberse metido, Independiente, durante esa primera
etapa, se vio sobrepasado por los arranques de Rincón y los recortes de
izquierda a derecha de Lucas Janson. Sólo en la última de ese período -y de
penal- el local encontraría el empate en los pies de Víctor Cuesta.
Esa oportuna igualdad fue el combustible que usó
Independiente para dominar a Tigre durante el complemento. Mucho más preciso,
como si se hubiera dado cuenta de que el triunfo no estaba tan lejos, el equipo
de Milito empezó a funcionar. Se impuso en cada metro del terreno, mientras
Tigre, que aun amenazaba de contraataque pero ya sin tanto peligro, empezaba a
ver en el empate un motivo de satisfacción.
Hubo, a mediados del segundo tiempo, un largo y profundo
pasaje en el que Independiente tuvo a merced a Tigre, que ya no sabía cómo
responder. Ciego, sin poder escapar de su zona, la visita quedó a punto de
caer. Se sostuvo en pie por la impericia de los atacantes del Rojo, que no
pudieron aprovechar ninguna de las oportunidades que generaron en la última
parte, hasta el último minuto, momento en el que Milito respiró profundo para
tratar de encontrar un poco de calma.
Independiente, de esta manera, sumó su tercer empate
consecutivo y se prepara para viajar a Brasil, donde el miércoles jugará el
partido de vuelta de los octavos de final de la Copa Sudamericana, ante
Chapecoense.
Fuente Cancha Llena
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