El peso de Leo para que la Selección sea un equipo de elite
es total. Argentina sigue con el desafío de aprender a jugar sin él.
Por Diego Macias
¿Quién puede dudar de la capacidad de Otamendi? ¿Cómo no
disfrutar del inmenso Mascherano? ¿Quién supone que Di María no es un distinto?
Se pueden repasar así casi todos los nombres pero el único que transforma a la
Selección en un equipo top sigue siendo Messi.
Parece obvio pensar que nadie puede reemplazarlo. Que lo que
él le agrega al equipo, nadie puede dárselo. Pero eso no puede impedir que la
Selección tenga como desafío real encontrar caminos que lo hagan disimular la
ausencia de su crack. Disimular significa achicar las distancias. Porque si no
puede jugar como en esta fecha por una lesión, también se puede dar que un día
no esté en un buen nivel y haya que resolver la historia por otro lado.
No hay ninguno con su talento, pero si se puede pensar cómo
reemplazar algunas de sus virtudes. Porque la versión que presentó Argentina en
Venezuela fue un equipo sin sorpresa, sin un pie goleador en un tiro libre, sin
desmarque para ser pase, sin eficacia en el uno contra uno, algunos de los
tantos valores que le agrega su capitán. Desde lo futbolístico, la Selección se
terminó convirtiendo en un equipo ordinario, que no lastima al rival ni tiene
juego.
Armar un equipo con y sin él, es un problema a resolver.
Para Bauza y para cualquiera. Por ahora, a seguir esperando con que Messi ni se
resfríe.
Fuente Olé
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