¿Defensivo? Fielmente pragmático, el DT siempre se adaptará
al rival y las circunstancias; el riesgo de las difusas señas de identidad;
aplomo y sacrificio, dos rasgos innegociables; cómo motivar a un grupo que cree
en la autogestión
Por Cristian Grosso
Foto: AFP
La riqueza que tiene la Argentina para ametrallar en el
último tramo de la cancha impedirá que el equipo adquiera un perfil defensivo.
El ingenio, la creatividad y el bombardeo de sus atacantes, con el liderazgo de
Lionel Messi , siempre va a orientar al equipo con la vista en el arco de
enfrente. Edgardo Bauza no estafa a nadie: diseña equipos que juegan según las
necesidades de cada partido, las dificultades del rival y accesorios de la
competencia. Su selección nunca va a apoyarse únicamente en sus posibilidades
ni va a independizarse del adversario. ¿Incompatibles? No. Sí, requiere
consenso. El mix probablemente arroje una propuesta pragmática, con ráfagas que
combinen deleite y angustia. El clásico ante Uruguay , es cierto que atravesado
por la expulsión de Dybala , entregó algunos síntomas. Probablemente la
identidad sea difusa atendiendo tantas circunstancias externas. Examen para el
entrenador: si el planteo propio siempre depende de lo que haga el oponente,
difícilmente se afirmen las convicciones.
Ganar borra de inmediato las huellas de lo que no se quiere
recordar. Juran que el triunfo lo arregla todo.., pero no es cierto y merece
analizarse. Bauza decidió intervenir poco para que la transición entre él y
Gerardo Martino no le sumase otra preocupación a la selección. Pero su mano ya
quedó a la vista. ¿En qué rasgos del equipo se advirtió el cambio de
entrenador?
PURO PRAGMATISMO
Cada vez que el riesgo aceche a la selección, Bauza se
sentirá más cómodo abrazándose a los recaudos. Será más él. Entonces, el equipo
buscará refugio en el orden. O en el equilibrio, palabra fetiche para el Patón. El
primer cambio en su vida como entrenador de la selección fue Alario por Pratto.
¿Un cambio persuadido o para cuidarse de los dardos de la crítica? Nadie lo
podría acusar de defensivo, porque aún estando en desventaja numérica sustituyó
9 por 9.
La lectura no puede ser tan lineal: entró Alario, pero
cubierto de obligaciones defensivas. Debió sumarse a la segunda línea de cuatro
como un N°8 que retrocedió a colaborar hasta la línea de fondo. Después, si
podía atacar, nada lo ataba, pero no era su prioridad. ¿Por qué no ingresó
entonces Augusto Fernández o Banega? Sin Pratto, Bauza no iba a perder
centímetros frente al cañoneo aéreo que podía desatar Uruguay en el cierre del
clásico. Desde el envase, Bauza cuidó las formas. Pero el objetivo real fue
evidente.
Con Bauza habrá que adaptarse a su utilitarismo. A una
selección con múltiples partituras y sin un estilo siempre reconocible.
"Teniendo jugadores de tanto jerarquía, uno no puede decir 'estos son los
titulares y no se mueven'. No es lo mismo jugar con Uruguay en Mendoza que con
Ecuador en Quito. Las decisiones tienen que ver con la estrategia en función
del rival", acepta. Con Bauza habrá variantes de apellidos, de esquemas.
Probablemente a Venezuela, el martes próximo, prefiera jugarle de contraataque.
"Está la idea de robar la pelota, salir rápido y poder lastimar",
reconoció.
TRANQUILIDAD ZEN
En momentos de turbulencia, cuando la coyuntura está agitada
-o destila desconfianza-, el líder debe transmitir tranquilidad, confianza e
ilusión. Bauza se encargó de eso desde sus tonos medidos. Nada de gestos
ampulosos ni discursos combativos. Al contrario, algo de gurú zen lo acompaña.
Ni gritos desaforados ni un show de indicaciones al borde de la cancha. Siguió
el clásico rioplatense con las manos en el camperón y austeridad gestual, y el
equipo actuó con aplomo y oficio. Con prolijidad y paciencia para asumir la
iniciativa, y con destreza y veteranía para defender el ajustado triunfo en
desventaja.
ESPÍRITU SOLIDARIO
"Si nos esforzamos todos, las soluciones aparecerán más
rápido", repite Bauza como un mandamiento. Para el técnico, un gran
talento también puede hacer esfuerzos que se adapten a las necesidades del
equipo. Si Messi adhiere a esa corriente, el contagio es inmediato.
Nada, ni un crack, garantiza resultados. Pero son más
difíciles de alcanzar sino hay una persona (Messi), una idea (identidad
definida) o unos valores que despierten el orgullo de pertenencia. Sobre este
último punto se detendrá Bauza frente a Venezuela. Messi es un líder
futbolístico, desde ya, pero también espiritual. Conduce por acción e
influencia. Lo confirmó, una vez más, en el segundo tiempo ante Uruguay leyendo
el juego y poniéndose al servicio del sacrificio general. Si el compromiso
empieza por el mejor. el resto está obligado. Bauza no quiere una selección
adictiva, que sin su figura termine despersonalizándose. Messi no estará en
Mérida y otros -además de Mascherano, corazón indiscutible- deberán garantizar
el carácter y el apetito del equipo. Como lo fueron alternativamente Di María,
Biglia, Lavezzi o Banega durante el ciclo de Martino. Bauza buscará tocar las
teclas correctas para que cada uno se sienta tan valioso como el crack.
EL GOLPE DE SUERTE
La fortuna es un intangible. ¿Si influye en el fútbol?
Claro, en un porcentaje indefinido en el que nadie debería confiar porque la
suerte es infiel. Pero está. Mientras Martino perdió las dos finales de la Copa
América por penales, siempre con su cuota de azar, en el debut del ciclo Bauza
la victoria despejó tanto el escenario que depositó a la Argentina en la cima
de la tabla continental. El último remate de Messi con Martino fue aquel penal
errado, y uno de los primeros con Bauza se desvió en Giménez y fue el gol de la
victoria. ¿Suerte? No, sería un reduccionismo ofensivo. Pero mientras Martino
alguna vez confesó que "el azar me debe algo, tiene una deuda
conmigo", bromean desde cercanías con Bauza que "el Patón se las
ingenia para tener línea directa con el Barba".
LA MOTIVACIÓN INTERNA
¿La llegada de Bauza produjo un efecto mágico? Claro que no.
¿Se respiró de inmediato otro aire? Es asombrosa la velocidad con la que en el
fútbol se intenta instalar que un círculo vicioso se transforma en un círculo
virtuoso. Pero es cierto que con Bauza lo que se activó fue nuevamente el sueño
interno. Hace un par de meses, al término de la Copa América, la sensación del
plantel era de desamparo y desmotivación, un abismo lo separaba del próximo
gran objetivo, por cierto, el último para varios: Rusia 2018. Ahora falta más o
menos el mismo tiempo, pero lo que el grupo interpretaba como un calvario,
volvió a verlo como una ilusión. ¿Mérito de Bauza? No precisamente, aunque les
agradó descubrir a un DT tan entusiasmado. Los referentes históricos creen en
la autogestión y entre ellos se retroalimentaron, se convencieron de que
merecían darse otra oportunidad. Mucho más con Messi al frente de un nuevo
operativo revancha.
Edgardo Bauza es astuto. Lo sabe. "En este grupo hay un
compromiso por la selección que excede todo. Es muy grande. Lo que hice fue
tratar de darle algunas herramientas para poder comenzar esta etapa. El
compromiso no es conmigo, sino con la selección", acepta sin vanidad. Es
exacto su diagnóstico. Y está muy bien que no se engañe.
Fuente Cancha Llena
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