Penco y su tradicional festejo, con Pocho, Rolfi y Pisano.
Por Silvio Favale
Penco la metió por segundo partido consecutivo y sumó
confianza, clave ya que será el 9 hasta el final. “Hay que ganar todo para no
depender de nadie”.
Dentro de la gran noticia de este triunfo trabajado y vital,
de una victoria de ésas que templan el ánimo porque arrancan desde la
adversidad, Independiente sumó otro punto positivo. Una confirmación, en
realidad. Y es que a Sebastián Penco finalmente se le abrió el arco. El
miércoles pasado, en Caballito, había sido el autor de un empate agónico en el
descuento contra Ferro. Y ayer, su gol, el 2-1 a Douglas, fue el que terminó
dándole el triunfo al equipo de De Felippe. Justo cuando más se lo necesitaba,
el tipo apareció.
Así son los goleadores racheros. Pueden padecer sequías que
reíte del Sahara y, de repente, como por arte de magia, aparecen en un oasis.
Ayer, estaba en el momento indicado para ponerle el pie al centro de Pisano
después de una gran avivada de Insúa, más despierto que todo Douglas Haig.
Siempre es bueno tener un goleador así, pero sobre todo en
las condiciones en las que está Independiente: con tres fechas por delante y
sin Parra, que se lesionó ayer y seguramente se perderá el final.
Feliz por haber contribuido, Penco (cuatro goles en 20
partidos) igual sabe que esto sigue: “No hay margen de error. Trataremos de
ganar lo que queda para lograr el objetivo y no depender de los otros
resultados”. Independiente sabe que puede confiar en él.
Pergamino (enviado).
Fuente Olé
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