El Bocha marcó el segundo con un potente cabezazo.
Por Favio Verona
Ojeda le contó a Olé cómo vivió el día después de su gol.
“No podemos empezar otro partido así”, admitió.
Son 689 kilómetros los que separan a Río Cuarto de
Avellaneda. Esa es la distancia que, desde hace varios años, suele recorrer en
su auto cada vez que juega Independiente. Porque Gerardo es un hincha más, uno
de los tantos que atesora en su memoria los recuerdos de las épocas doradas y
que derramó lágrimas con el descenso. Gerardo es fanático del Rojo. Su devoción
por la camiseta no reconoce distancias ni distingue fronteras. Y es también el
padre de Sergio Ojeda. El “Bocha”, que dejó a su familia a los 15 años para
cumplir el sueño que su padre nunca logró alcanzar: vestir la camiseta de
Independiente. “El sábado me acordé de él cuando metí el gol del triunfo.
Después del partido, cuando estaba en el vestuario, se me vino todo a la
cabeza. Recordé lo que sufrí cuando tuve que dejar a mi familia para irme a
vivir solo a la pensión del club. Me acordé de los gritos de mi vieja, que
siempre se enojaba por las malas notas que traía del colegio, pero que después
se las rebuscaba para que mi viejo no se diera cuenta y me dejara ir jugar al
club de mi barrio (Banda Norte), donde me formaron desde los cinco años. Y
cuando mis compañeros me vinieron a felicitar por el gol me di cuenta de que al
final todo el esfuerzo y el sacrificio valió la pena. Ojalá que, a fin de
cuentas, el gol sirva para ascender”, le cuenta el defensor a Olé , el día
después de haber sellado el triunfo del Rojo con un potente cabezazo.
-¿Cómo fue el festejo después del partido? -Mi viejo pasó
por mi departamento y celebramos juntos comiendo un gran asado. Mi mamá,
Cristina, no pudo venir, pero a la noche me llamó por teléfono llorando y
terminamos muy emocionados. Y cuando me estaba por ir a acostar porque estaba
muerto, me llamó mi abuela, Cleris, para decirme qué le había parecido el
partido.
-¿Cómo es eso? -Sí, mi abuela debe ser la más futbolera del
país. Sabe mucho, incluso más que varios de los hombres de la familia. El
sábado no pudo venir porque hace dos semanas la operaron del corazón, y si bien
me felicitó por el gol, después siempre me dice que estuve flojo en algunos
cierres. Siempre me marca algo...
-¿Y la tomás en cuenta? -Sí, porque sabe. Y lo digo en
serio. En su casa nunca vas a escuchar a Tinelli porque se mira fútbol durante
todo el día. Se sienta en el living y pone los partidos de la B Nacional, la B
Metro, sabe cómo forman los equipos, cómo juegan los rivales a los que vamos a
enfrentar nosotros. Coincidimos en que no nos puede volver a pasar lo que nos
pasó el sábado.
-¿A qué te referís? -No podemos volver a empezar un partido
como lo hicimos ante Defensa. En los primeros minutos nos manejaron la pelota,
nos superaron, nos llegaron mucho. Después demostramos fortaleza anímica para
darlo vuelta. Lo que pasa es que es difícil jugar en esta situación, a todos
nos cuesta asimilar lo que estamos viviendo. A la gente también. Por eso cada
gol es un desahogo.
Fuente Olé
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