ilustró rrrojo
Decía Claudio Marangoni:
"Cuando errábamos un pase, la gente te lo perdonaba,
cuando errabas dos, murmuraban, y cuando errabas tres, sabias que no podías
jugar más en la primera de Independiente".
Maranga era uno de los que trataban a la pelota con un guante, y posiblemente solo recibía la aprobación bajando de la tribuna.
Maranga era uno de los que trataban a la pelota con un guante, y posiblemente solo recibía la aprobación bajando de la tribuna.
También decía Perfil el 23/02/13:
“Julián Velázquez está ansioso. Es defensor, tiene 22 años y
enfrente está el último campeón del fútbol argentino. Vélez es la bomba de
tiempo que puede explotar en los pies de Velázquez. El defensor está nervioso.
Alrededor suyo están los miles de hinchas de Independiente con caras de
espanto, quizás su familia y también lo intangible: el descenso. Cuando Vélez
ataca, la sensación de la muerte y el descenso son la misma cosa. Velázquez no
soporta la carga, la mucha carga. Y puede jugar nada más que 21 minutos; menos
de un cuarto del partido. Veintiún minutos es casi la nada. Sólo un instante,
una fugacidad dentro del semestre en el que el Diablo, por primera vez, jugará
en el infierno. Independiente está al borde del abismo, con el síndrome River
apretándole los tobillos; el promedio le devuelve la noticia de que se
encuentra en zona de descenso.
Entonces en la última fecha disputada hasta acá del torneo
Final a Velázquez lo echan. O se hace echar. No aguanta la asfixia de una
posible derrota y la ansiedad lo condena a la doble amarilla; antes de que el
partido se ponga intenso, Velázquez acumula méritos para no seguir. Gallego,
que hace gestos, que está nervioso, lo entiende. Y lo abraza. El técnico es
como un papá del joven de 22 años.”
Marcelo Roffé y Alfredo Fenili fueron dos psicólogos contratados
por la dirigencia Roja y dedicados a tratar casos Deportivos, para intentar en
los estertores de la conducción técnica de Américo Gallego balancear psicológicamente
al plantel del Rojo, mientras el Tolo, gesticulando y vociferando desde el
banco, trasmitía su desequilibrio a los jugadores en el campo y banco,
destrozando de volea todo lo que los profesionales intentaban mejorar.
Solo consiguieron que la arenga, para ser más directa o tal
vez más desvinculada de la inestabilidad emocional del técnico, la hiciera el
capitán dentro del campo de juego, en vez de realizarla en el vestuario o la
manga.
Tampoco se privó el Diablo de la figura esotérica de un
brujo transitando por el estadio y sus dependencias para malestar, según
trascendió en su momento, de muchos jugadores y dirigentes.
Lamentablemente a esta altura del partido, todo lo que se
intente hacer como proyecto a cristalizar con el tiempo es bienvenido, pero no
sirve para la coyuntura.
Si para el futuro.
Pero hoy se trata de ASCENDER.
Ahora hay que ser drástico. No hay tiempo de persuadir ni
convencer.
Y se necesitan tres puntos en cada partido restante.
Pero también se necesita TERMINAR CON ONCE, para no diezmar,
aún más, a un reducido plantel.
Sobre eso se tiene que trabajar. Y píenso que será un flanco que no debemos descuidar pues puede significar ascender o no.
Por Ernesto Assale para independientepaladarnegro Blog
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