Para algunos fue sólo un correctivo.
Para otros, un límite
que alguna vez había que imponerle.
Lo cierto es que Pablo Bebote Alvarez pasó
seis horas en prisión.
¿Qué pasó?
Fue a los Tribunales de Avellaneda a averiguar por qué la
Policía lo estaba investigando y la SIDE le tenía el teléfono pinchado. Cansado
de esperar a que lo atiendan, golpeó una puerta e insultó a todos. Entonces, el
juez Carzoglio, presente en el lugar, le labró una contravención y lo mandó a
la unidad penal de la Alcaidía del Polo Judicial.
Como para que entienda que
sólo manda en la tribuna.
Sobre Bebote pesan múltiples sospechas pero no hay pruebas
de que haya participado en algún delito. Pero el caso de la banda narco
integrada por la cúpula de la barra de El Porvenir lo puso en la mira. Desde
hacía tres meses la Bonaerense estaba detrás del Polo y Jona, dos de los capos
del Porve. Y les habían intervenido los celulares.
¿Y quién apareció en las
escuchas? Bebote.
La mayoría de las charlas eran la compraventa de una
camioneta que quería comprar y que mostraba otra faceta: se la pedía a Polo,
fuerza de choque de la liga de los remates, como se conoce en la Justicia al
grupo de gente que se hace de las cosas que se rematan judicialmente impidiendo
a otros competidores ofertar mediante amenazas concretas.
En el medio de esas charlas aparece una perla: Bebote le
cuenta a Polo las movidas que están llevando adelante para voltear a Cantero y
hasta le pide un par de pibes para que se encadenen a la sede del Rojo para
armarle lío. Lo que finalmente sucedió el pasado 16 de abril.
Fuente Olé
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