Por Cristian Fernández
¿Por dónde arrancar a explicar lo inexplicable? Ojo, a
no confundirse mala suerte con técnica mediocre, con nerviosismo y con falta de
confianza. Sí, la fortuna hace años que no aparece por Avellaneda y en este
torneo parece no tener techo ni fin. Hubo jugadas que no terminaron en gol por
la famosa caprichosa que está empecinada en no entrar. Pero, hay situaciones en
las que la técnica o la carencia de tranquilidad hicieron que hoy Independiente
no se haya llevado un triunfo.
Boca no hizo nada. Tuvo dos contras, un par de pelotas
paradas y un buen zurdazo de Sánchez Miño que el Ruso tiró al corner. Después
se acomodó atrás, se defendió con la propia desesperación y desesperanza que
vive con este plantel de Independiente. En cambio, el Rojo hizo casi todo bien.
En defensa sólo marcó mal en el gol de Silva. Cortó en el medio. Hizo valer el
hombre de más y trató de buscar por todos lados. Sin embargo, en ataque chocó
con la mala suerte y con la inoperancia de sus delanteros. El Rolfi erró el
penal. Sí, lo pateó flojo, cantado, sin convicción y con una mochila en la
espalda que ahora es más pesada y a juzgar en la cancha, no sienten ni Vargas,
ni Tula, ni Morel.
El primer tiempo de Leguizamon fue muy bueno. Habilitó
en la primera a Caicedo, pero un tropiezo del Negro hizo que Orión ganara un
tiempo y se quede con la pelota. Minutos después, ganó la posición, se metió en
el área y enganchó para quedar mano a mano con el uno de Boca. Lo tocaron, cayó
y Laverni cobró penal. No estaba Farias, sí el Rolfi. Y justamente, Montenegro
pareció ponerse el traje de héroe, pero terminó con el de villano. Historia
contada unos párrafos arriba. Desazón. Calentura. Dolor imparable.
Acto siguiente: Equipo golpeado, el referente herido.
Quizás se levantó un poco cuando, tras otra buena de Legui, se fue expulsado
Cellay por último hombre. Pero las situaciones seguían sucediéndose y no
entraba.
Para colmo, lo peor. Tiro de esquina, Miranda toma un
rebote y se enrieda con la pelota. La pierde y sale Boca de contra, con una
defensa muy disminuída retrocediendo y sin cubrir los espacios. Buen centro de
la izquierda que Julián no pudo tapar y pasó a Morel. Silva hizo todo lo que
tiene que hacer un goleador. Buscó la pelota, fue a su encuentro, se tiró de
palomita y la puso abajo. El Ruso nada para hacer. Increíblemente, Boca estaba
ganando en Avellaneda 1a0.
A partir de ahí el nerviosismo hizo que se transformara
la bronca en calentura y la tristeza en resignación. Ojo, el Rojo fue con todo.
Comandado por un capitán sin cinta, Fabián Vargas. De él nacieron todas las
jugadas de ataque que intentaron dar con el empate. Fredes sin posición fue el
cambio obligado en el entretiempo. En su lugar Villafañez alternó buenas y
malas. Vargas quedó como único cinco. Boca de a poco relegó su ataque. Morel,
Tula y Velázquez se encargaron del fondo. Mancuello fue de lateral volante con
llegada. Los cambios de Boca eran para cuidar y lograr cerrar espacios.
El Tolo intentó poner todo. Farias por Legui, que ya
había desaparecido, y Benítez por Miranda. La tuvo Mancuello un par de veces.
Caicedo se movió pero no pudo convertir. El Rolfi probó desde lejos, aunque
después del penal no pisó firme ni fue el alma del equipo como en otros
partidos.
Y el Rojo empujó. Hizo todo y un poco más. El destino
quiso que así sea. Sufrir ya es poco. Agonizar parece interminable. Pero se
llegó al empate. Gran jugada, tres rebotes, Farias que pierde con Orión y la
aparición de Morel que con alma y vida rompió el arco, la red, la resistencia y
la mala leche. El Rojo empataba. La ilusión se prendía. La mecha del triunfo
estaba latente, pero la impericia de algunos y esa cosa rara que nos está
afectando hizo que el partido terminara en igualdad.
Párrafo aparte lo de Benítez. El chico demostró que la
presión lo superó. Tuvo una muy clara que tiró por arriba del travesaño y en la
última decidió regalarle la pelota a Clemente en lugar de patear al arco o
buscar un compañero.
Así, Laverni dio por finalizado el encuentro. Boca se
llevó mucho por lo poco que propuso y festejó el empate que con diez logró en
Avellaneda. Independiente en cualquier otra situación se hubiese ido con otro
semblante, pero el descenso que nos aterra hace que sólo sirva ganar y por eso
la bronca, el insulto y la tristeza.
Hay una frase que está rodando en Avellaneda: La
Historia te dice quién sos. Lamentablemente esta historia que nos hizo grande
está haciendo que la camiseta sea muy pesada en el presente y se hipoteque el
futuro de todos nosotros, los que desde cada lugar sufrimos por Independiente.
Ese amor de nuestra vida, esa enfermedad que hoy nos tiene con respirador.
Fuente Infierno Rojo
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