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lunes, 1 de abril de 2013

Con ganas, sin suerte





Por Cristian Fernández

¿Por dónde arrancar a explicar lo inexplicable? Ojo, a no confundirse mala suerte con técnica mediocre, con nerviosismo y con falta de confianza. Sí, la fortuna hace años que no aparece por Avellaneda y en este torneo parece no tener techo ni fin. Hubo jugadas que no terminaron en gol por la famosa caprichosa que está empecinada en no entrar. Pero, hay situaciones en las que la técnica o la carencia de tranquilidad hicieron que hoy Independiente no se haya llevado un triunfo.

Boca no hizo nada. Tuvo dos contras, un par de pelotas paradas y un buen zurdazo de Sánchez Miño que el Ruso tiró al corner. Después se acomodó atrás, se defendió con la propia desesperación y desesperanza que vive con este plantel de Independiente. En cambio, el Rojo hizo casi todo bien. En defensa sólo marcó mal en el gol de Silva. Cortó en el medio. Hizo valer el hombre de más y trató de buscar por todos lados. Sin embargo, en ataque chocó con la mala suerte y con la inoperancia de sus delanteros. El Rolfi erró el penal. Sí, lo pateó flojo, cantado, sin convicción y con una mochila en la espalda que ahora es más pesada y a juzgar en la cancha, no sienten ni Vargas, ni Tula, ni Morel.

El primer tiempo de Leguizamon fue muy bueno. Habilitó en la primera a Caicedo, pero un tropiezo del Negro hizo que Orión ganara un tiempo y se quede con la pelota. Minutos después, ganó la posición, se metió en el área y enganchó para quedar mano a mano con el uno de Boca. Lo tocaron, cayó y Laverni cobró penal. No estaba Farias, sí el Rolfi. Y justamente, Montenegro pareció ponerse el traje de héroe, pero terminó con el de villano. Historia contada unos párrafos arriba. Desazón. Calentura. Dolor imparable.

Acto siguiente: Equipo golpeado, el referente herido. Quizás se levantó un poco cuando, tras otra buena de Legui, se fue expulsado Cellay por último hombre. Pero las situaciones seguían sucediéndose y no entraba.

Para colmo, lo peor. Tiro de esquina, Miranda toma un rebote y se enrieda con la pelota. La pierde y sale Boca de contra, con una defensa muy disminuída retrocediendo y sin cubrir los espacios. Buen centro de la izquierda que Julián no pudo tapar y pasó a Morel. Silva hizo todo lo que tiene que hacer un goleador. Buscó la pelota, fue a su encuentro, se tiró de palomita y la puso abajo. El Ruso nada para hacer. Increíblemente, Boca estaba ganando en Avellaneda 1a0.

A partir de ahí el nerviosismo hizo que se transformara la bronca en calentura y la tristeza en resignación. Ojo, el Rojo fue con todo. Comandado por un capitán sin cinta, Fabián Vargas. De él nacieron todas las jugadas de ataque que intentaron dar con el empate. Fredes sin posición fue el cambio obligado en el entretiempo. En su lugar Villafañez alternó buenas y malas. Vargas quedó como único cinco. Boca de a poco relegó su ataque. Morel, Tula y Velázquez se encargaron del fondo. Mancuello fue de lateral volante con llegada. Los cambios de Boca eran para cuidar y lograr cerrar espacios.

El Tolo intentó poner todo. Farias por Legui, que ya había desaparecido, y Benítez por Miranda. La tuvo Mancuello un par de veces. Caicedo se movió pero no pudo convertir. El Rolfi probó desde lejos, aunque después del penal no pisó firme ni fue el alma del equipo como en otros partidos.

Y el Rojo empujó. Hizo todo y un poco más. El destino quiso que así sea. Sufrir ya es poco. Agonizar parece interminable. Pero se llegó al empate. Gran jugada, tres rebotes, Farias que pierde con Orión y la aparición de Morel que con alma y vida rompió el arco, la red, la resistencia y la mala leche. El Rojo empataba. La ilusión se prendía. La mecha del triunfo estaba latente, pero la impericia de algunos y esa cosa rara que nos está afectando hizo que el partido terminara en igualdad.

Párrafo aparte lo de Benítez. El chico demostró que la presión lo superó. Tuvo una muy clara que tiró por arriba del travesaño y en la última decidió regalarle la pelota a Clemente en lugar de patear al arco o buscar un compañero.

Así, Laverni dio por finalizado el encuentro. Boca se llevó mucho por lo poco que propuso y festejó el empate que con diez logró en Avellaneda. Independiente en cualquier otra situación se hubiese ido con otro semblante, pero el descenso que nos aterra hace que sólo sirva ganar y por eso la bronca, el insulto y la tristeza.

Hay una frase que está rodando en Avellaneda: La Historia te dice quién sos. Lamentablemente esta historia que nos hizo grande está haciendo que la camiseta sea muy pesada en el presente y se hipoteque el futuro de todos nosotros, los que desde cada lugar sufrimos por Independiente. Ese amor de nuestra vida, esa enfermedad que hoy nos tiene con respirador.


Fuente Infierno Rojo

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