Por Osvaldo Alfredo Wehbe
Hay homenajes que exceden largamente a la actividad que
desarrolla o desarrollaba el agasajado o recordado.
Hoy pararemos la pelota como lo hacía el Pato en la mitad de
la cancha y caminando con los pies en diez y diez, ordenando dentro y fuera del
campo de juego, intentaremos situarnos en una cancha en los setenta o en una
reunión de agremiados en tiempos de verdaderas luchas o en el costado del campo
conduciendo con maestría equipos de todos los colores posibles.
Van 16 años sin el Pato.
Se fue escaleras arriba un 2 de agosto del 2004.
Dejó amigos agradecidos por tanta valentía, por mucha calle,
por episodios conflictivos y un juego memorable de calidad y personalidad.
Ese Pato tan rosarino, nacido el 23 de mayo de 1942 en una
ciudad futbolera, partida en dos en las pasiones y las emociones.
Y fue Colón su inicio y Racing, después. Porque la cara de
Pastoriza en las figuritas apareció por primera vez en Racing.
¿Increíble con el paso del tiempo mirar al Pato con la
casaca albiceleste, no? En Colón debutó en en el campeonato de Primera C de
1962, en el que el Sabalero terminó sexto, y el ascendido a la B fue Deportivo
Italiano. Uno de sus primeros goles en el Negro se lo hizo a Defensores de
Belgrano el 16 de junio en Núñez, empate en uno.
Y una cosa que siempre fue evidente es que el Pato nunca
tuvo cara de pibe. Ni aun en aquel 1964 con la Academia y él con 22 años de
edad.
Por recomendación de Pipo Rossi fue adquirido por la Academia,
a la que llegó en 1964 junto a muchos jugadores. Con el Pato llegaron al
Cilindro César Menotti, de Central; Daniel Bayo, de Gimnasia; Maidana, de
Banfield; y Luis Pentrelli, que venía de Italia. También tres brasileños:
Dorval, Claudio y Baptista.
El debut fue contra Ferro, derrota uno a cero, gol de
Garabal. Su primer Racing con Luis Carrizo; Sacchi y Fernández; Martín,
Pastoriza y Perfumo; Pentrelli, Menotti, Sosa, Oleniak y Belén. Jugó 53
partidos entre el 64 y 65 y marcó dos goles.
Por una necesidad económica fue transferido a Independiente
y por él llegó Mori, y mucho dinero. Se fue justo antes del torneo que ganaría
el "equipo de José", del cual en la previa, digamos, formó parte.
A Miguel Mori le fue muy bien en la Avellaneda albiceleste;
y a Pastoriza, en el Rojo, ni hablar.
Siempre detrás de la cara de Pastoriza aparecía esa manera
de caminar la vida futbolera y la otra. Con la cabeza en alto aun en los
tiempos algo complicados en los comienzos de los ochenta con aquel tema de la
adulteración de nafta en la que estuvo involucrado, que se resume en una
anécdota a la salida de su Independiente de la cancha de Racing de Nueva Italia
cuando un hincha trepado a una pared le gritó:
“Pastoriza… teléfono de YPF” y el Pato se volvió hacia el
club (ya estaba en la puerta) diciéndole al simpatizante que le acercara el tubo, riéndose de la
ocurrencia cordobesa, pero poniendo la cara.
Y en el Rojo, ahí nomás, empezó a ganar todo. Primero en el
Independiente de Brandao, campeón del primer Nacional en el 67, y luego
afianzando al Rey de Copas de los setenta.
Había debutado en el Rojo el 10 de abril del 66, en la sexta
fecha en empate ante "su" Rosario Central, cero a cero en Avellaneda.
El Diablo fue con Santoro; Navarro y Pavoni; Ferreiro,
Pastoriza y Monges; Bernao, Roldán, Artime, Savoy y Tarabini. Ese 66, el Rojo
había revolucionado el mercado trayendo a Luis Artime desde River.
En Independiente, Pastoriza jugó 184 partidos y marcó 32
goles.
Ganó, además, títulos locales en el 70 y 71 y la Copa
Libertadores del 72.
Y se fue a Europa, donde en el Mónaco fue Monsieur Pató.
Con la historia de José Omar Pastoriza llenaríamos un par de
páginas, y más.
Durante el 71 fue un brazo armado de los buenos para la
huelga de agremiados de ese año, que fue histórica y les cambió la vida a los
futbolistas.
Se puede hablar luego de su paso en las canchas como un gran
mediocampista, con una pegada formidable, de su participación extraordinaria
como técnico del Rojo (seis veces campeón de todo), de Boca y de otros equipos
argentinos y el paso formidable por Talleres, en el que logró por mérito propio
que la hinchada que sufrió su derrota más cruel frente a un Independiente que
él dirigía lo sintiera como propio.
Pastoriza es al fútbol un referente ineludible de
Independiente, pero uno puede asegurar que también lo es de Talleres.
El Pato dirigió por el mundo. Brasil, El Salvador, España,
Venezuela, Bolivia y Colombia.
Pastoriza jugó en la selección nacional entre el 70 y el 72,
dieciocho partidos marcando un gol. Debutó con Juan José Pizutti de técnico en
un amistoso ante Brasil en Porto Alegre, el 4 de marzo de 1970. Ganamos dos a
cero con goles de Oscar Mas y Conigliaro y el equipo fue con Cejas; Malbernat,
Perfumo, Rogel y Rubén Díaz; Madurga, Pastoriza y Brindisi; Conigliaro, Fischer
y Mas.
La presencia del Pato en Venezuela es, aunque no muchos lo
digan, la plataforma de lanzamiento de la Vinotinto a ser competitiva. Él logró
que los jugadores de ese país se quitaran los complejos y se animaran a más,
poniendo al fútbol un poco más cerca del básquet y del béisbol, deportes más
populares en esa tierra.
Fue el Pato uno de los pocos hombres del fútbol que se le
plantó al polémico presidente del Atlético Madrid, Jesús Gil y Gil, pegándole
un portazo cuando vio minadas sus condiciones de respeto.
Amigo de los amigos a rajatabla, fue empresario gastronómico
y futbolístico en un proyecto en Real Arroyo Seco.
El Pato, de sobretodo y caminando de frente hacia uno, era
eso: un hombre caminando de frente.
Era recordarlo con la nostalgia de estos espacios. La
partida de José Omar Pastoriza fue mucho más que eso. Fue el viaje al más allá
de una época en la que los jugadores eran más que mercadería más o menos
costosa y los referentes no les sacaban el hombro a los derechos de todos los
días.
Un abrazo, Pato. Dichosos los que fueron sus amigos.
Y lo siguen siendo.
Fuente Puntal.com
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