Por Nahuel Lanzillotta
El juvenil de 18
años va mostrando su juego y evolución. Con Defensa fue el mejor: encaró,
gambeteó y generó chances. Independiente debe acompañarlo y no subirse sobre
sus hombros.
Santi López hace
lío. Qué saludable es su aparición en Independiente y en el fútbol Argentino en
general. Hay que celebrar a los encaradores, a los que intentan una y mil veces
la gambeta. Y lo de este chico de 18 años se celebra. Es, para este Diablo
maltrecho que hace años no impone el respeto que debería imponer su figura por
naturaleza, una esperanza a la cual aferrarse entre tantas pálidas.
A no confundir
esperanza con salvación. Si Independiente, sus hinchas, dirigentes y técnico,
pretenden cargarle las toneladas de peso que conlleva la responsabilidad de ser
el salvador de un equipo o de un club de fútbol a un chico que recién arranca,
corre el alto riesgo de agotarlo antes de su máxima explosión.
Santi López sigue
siendo una promesa, un proyecto juvenil de la Cantera por la que el Rojo apostó
fuerte, incluso estuvo a punto de perderlo cuando la renovación de su contrato
se había empantanado y el pibe fue corrido a un costado hasta tanto no se
encaminara su situación. Pero de a poco, esta promesa va cumpliendo. Se
insiste: de a poco.
López crece con
el correr de cada minuto en cancha en la Primera de Independiente. Los miedos
se diluyen y la confianza crece. Se nota en sus movimientos, en sus gestos, en
sus intenciones y en sus apuestas cuando agarra la pelota. Contra Defensa y
Justicia fue de lo mejor del conjunto que dirige interinamente Hugo Tocalli,
quien lo conoce bien y puede brindarle las libertades que necesita para ir
progresando en estos partidos.
Además de su
habilidad natural y poder de gambeta, Santi tiene una virtud más que lo
diferencia de la media de futbolistas del ámbito local: recibe y ya sabe
perfilarse hacia el arco rival. Es algo en que los entrenadores insisten cada
vez más, pero que muy poco saben hacer. No resulta algo tan simple como parece,
sobre todo en este fútbol tan físico en el que los espacios no abundan, por el
contrario. Un futbolista recibe el balón y ya tiene una marca encima.
Lo hace muy bien
el Diablito Echeverri en River, otra de las grandes apariciones de este último
tiempo en el país. López viene dotado de la misma manera. Y no duda en encarar
y afrontar el uno contra uno. De hecho, ante el Halcón fue quien más duelos
ganó (10) y quien más pases al campo rival dio (14). Y el que más gambetas completó:
5.
También ya se
suelta para generar sorpresa por otros sectores. En Varela inició por la
derecha, pero en varias ocasiones se lo vio de pronto por la banda opuesta. Debe
todavía ajustar algunas clavijas. Y es lógico por su corta edad y su reciente
salto a la máxima categoría. Una de ellas es tomarse un segundo para decidir en
el tramo final.
Crea situaciones;
le falta resolverlas. Definición. En la noche del lunes contó con un par de
chances claras. En todas le faltó un poquito más: o definir antes o acomodarse
mejor o esperar un segundo más. Nada grave para un pibe de sus condiciones.
Tiene tiempo de sobra para incorporar esos conceptos en los entrenamientos y
con el pasar de los encuentros.
En sus pies tiene
la oportunidad de construir una carrera exitosa. En Independiente tiene a un
club que puede cobijarlo más allá de los problemas que atraviesa. Al Rojo no le
queda otra que darle rodaje a los pibes. Y Santiago López hace flamear esa
bandera. La que ilusiona a los hinchas y les hace pensar que hay futuro, que
hay algo a lo cual aferrarse.
Independiente
debe acompañar a Santi de la mano; no subirse sobre sus hombros. Solo así se
completará como jugador y le devolverá en forma de fútbol su agradecimiento.
Fuente Infierno
Rojo
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.