Estamparon su carrera y la historia moderna de
Independiente. ¡Mirá!
Llegó a Independiente en enero de 2009, mirado de reojo,
luego de pasos por San Lorenzo y River. Lentamente fue ganándose la aprobación
del público por su entrega total, perfil bajo, liderazgo silencioso y
polifunción con 34 años. Comenzó con Américo Rubén Gallego, luego pasó Daniel
Garnero y su tope fue con Antonio Mohamed en el banco.
En menos de un año, con Carlos Matheu lesionado, Tuzzio se
transformó en el capitán del equipo y en el jugador más ovacionado por el
público durante la Copa Sudamericana 2010. El destino es así: le tocó levantar
el trofeo luego de agarrar el quinto penal y mandarla a guardar. Sin dudarlo,
en un estadio que se venía abajo, le pegó alto arriba, seco, y salió a
festejarlo.
Luego de dos años, lesiones y un andar demasiado irregular
-que terminó en la historia más oscura del Club- Tuzzio fue uno de los
jugadores que debió irse de Independiente. Querido por su sacrificio, pero
parte de una etapa dolorosísima para el Rey de Copas.
Pasó a Ferro para disputar el Nacional, cerca de los 40 años
y al borde del retiro. También se transformó en emblema y capitán, pero otra
vez el destino le tenía preparado un eslabón final que lo unirá con
Independiente para siempre.
El fixture se le había puesto complicado al Rojo, que
buscaba ascender a como dé lugar y no podía perder contra el Verde. El equipo
local arrancó ganando y en el complemento tuvo una oportunidad única para
ponerse 2-0 y cerrar el partido. Penal. Tuzzio agarró el balón y con muchísima
tensión pateó cruzado fuerte y afuera. Le dio vida a Independiente, que terminó
empatando 1-1 con gol agónico de Sebastián Penco.
Hasta el día de hoy hay grupos de hinchas que se saludan con
la sigla “ELTA”, casi como una logia: Eduardo la tiró afuera.
Fuente Infierno Rojo
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