Hace exactamente 56 años, Independiente vencía en Avellaneda
al mítico Santos de Pele y accedía por primera vez en su historia a una final
de Copa Libertadores. Sí, esas que jamás perdió.
Lejos estaba ese Independiente de tener la mística copera,
el Rojo aún no había ganado ninguna Libertadores, lo que es indudable es que,
en el partido de ida ante ese Santos, cuando el Rojo dio vuelta de visitante un
2-0 y ganó por 3-2 se empezó a percibir algo, nacía un fuego sagrado en
Independiente. Aquel partido fue una prueba total de personalidad y futbol.
Esto fue absorbido por los hinchas que en la vuelta en la Visera desbordaban de
expectativa
El Rojo salió con la convicción de que tenía la ventaja de
haber ganado como visitante en el encuentro de ida y que no jugaba Pele
(tampoco lo hizo en la ida), pero no debía confiarse ya que se trataba del
vigente bicampeón de América y un error se pagaría caro. Aquella noche,
lucieron sus brazos en alto en el círculo central los siguientes once: Toriani;
Guzmán, Rolan, Ferreiro, Mori; Maldonado, Bernao, Mura, Suarez; Rodríguez y
Savoy.
La noche fue toda Roja, los dirigidos por Giúdice
neutralizaron bien al Santos superándolo en todos los sectores de la cancha en
grandes pasajes del primer tiempo. A los 37 minutos de la primera etapa llegó
la primera emoción de la noche, Raúl Bernao se internaba con gran velocidad en
el área y cuando el arquero parecía taparlo aparecía Mori para empujarla y
poner el 1-0 parcial.
La alegría fue pasajera, el Santos sacando desde el medio
empató el partido sin haber mostrado argumentos sólidos para llegar al gol. De
este modo se iría el primer tiempo, en el complemento la tónica se repetiría
con un Rojo protagonista y un Santos confuso.
En el minuto 23 del complemento, Mario Rodríguez, quien
había sido el héroe en el partido pasado dando el triunfo en el último minuto,
recepcionó de cabeza un buen centro y lo mandó al fondo de la red, dándole así
el 2-1 definitivo al Orgullo Nacional y al delirio de las almas rojas que
asistieron a esa noche de copa.
El Rojo ganaba y llegaba a la final de la Libertadores, semanas
después se encontraría con ese trofeo que lo mires de donde lo mires tiene su
insignia.
Fuente Infierno Rojo
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