Por Javier Brizuela
Como la famosa gota que rebalsa los vasos, en muchísimos
acontecimientos hay hechos que nos hacen cruzar una línea para situarnos en
otro lado, como cuando con el afán de reírnos un rato, damos saltitos en una
frontera al lado del mojón que indica el límite entre dos países.
Con cada hecho que genera grieta, lo que conviene hacer es
tomar los fundamentos de cada lado, buscar hechos irrefutables y realizar un
análisis tratando de ser lo más objetivo posible. Siempre teniendo en cuenta
que la objetividad total no existe, porque todos estamos influenciados por
muchísimas variables a la hora de reflexionar. Y también que no somos dueños de
ninguna verdad, de hecho gran parte de las cosas que analizamos tienen más de
una.
En el conflicto de los jugadores con los dirigentes, a pesar
de que nos falta información y detalles de como sucedieron algunas cosas,
tenemos las versiones de ambos lados en la mayoría de los casos. Y con eso, más
todos los hechos irrefutables con los que contamos, en mi opinión Gastón Silva
cruzó una línea, o me la hizo cruzar a mi.
Y esto no significa que en el conflicto me estoy poniendo
del lado de los dirigentes, lejos de eso. Como periodista, y como hincha,
siempre me ubico donde me pone el lema que dice que el escudo está por encima
de todo. La decisión que tomó el uruguayo, de declararse libre, lo enfrenta a
Independiente, y no solamente a esta dirigencia. Porque es patrimonio de la
institución, por más que nos guste o no como juegue y de cuanto nos preocupe su
futuro profesional.
El defensor, como sus compañeros de plantel, tiene todo el
derecho del mundo en reclamar los sueldos atrasados. Y estos dirigentes, que
encima son los que los firmaron (porque a veces la excusa de heredar algunos
contratos puede ser válida), tienen la obligación de cumplir lo pactado. Esto
es irrefutable, aunque nos cueste al resto de los trabajadores entender que los
futbolistas son laburantes como cualquier otro, por más que ganen muchísimo más
o estén en un lugar soñado por los que somos hinchas.
Pero así como esto es cierto, también es verdad que a muchos
jugadores les cuesta entender que están en una situación de privilegio con
respecto al 95% del resto de los trabajadores. Y esto, siempre hablando de
profesionales de un club grande, los obliga al menos moralmente a no tomar
ciertas decisiones.
Y pedir la libertad de acción en un receso es tomar esa
decisión, es cruzar una línea. Por más que la culpa de todo este conflicto es
de la dirigencia y que encima cada vez que habla alguno de los tres que maneja
el club, lo único que logra es generar más problemas. Sobre todo cuando se
están realizando pagos para disminuir las deudas, encima en este contexto
mundial, que si bien no sirve de excusa, claramente no es favorable para los
clubes. Más cuando viene de parte de un jugador que siempre mostró fuera de la
cancha un exagerado sentido de pertenencia, algo que se ve que ahora no le
influye en absoluto.
Gran parte de los integrantes del plantel sabe que los
dirigentes les mintieron, como hicieron con los hinchas. Reclamaron como
corresponde que les cumplan lo que pactaron y también tienen claro que su
futuro inmediato está lejos de Avellaneda. Pero optan por una salida más
consensuada, que no perjudique el patrimonio de la institución, ni dañe el
sentimiento de los hinchas.
Gastón Silva decidió otra cosa, generando una salida
anormal, como la que alguna vez lo trajo al plantel de Holan. Y en su conflicto
con los dirigentes, optó ponerse en contra de Independiente, cruzando esa
línea. Que cada vez está más roja y delgada.
Fuente Orgullo Rojo
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