Por Javier Brizuela
Hace 36 años se disputaba el partido correspondiente a la
ida de la final de la Copa Libertadores de América, que tres días después se
convertiría en la séptima del Rey.
El Independiente de Pastoriza se enfrentó a Gremio en Porto
Alegre y ganó uno a cero con gol de Burruchaga, dando una lección de fútbol.
Tan así fue, que las 80.000 personas terminaron aplaudiendo
al Rey de Copas. “Independiente nos pasó por arriba”, declaró el zaguero Hugo
de León, algo en lo que coincidió el Bocha, quién dijo que el partido “Fue un
baile, tendríamos que haber ganado por goleada”. El técnico del equipo, el
enorme Pato, por su parte dejó una frase para la historia: “Jugamos el partido
perfecto”. “Tengo años en el fútbol, pero pocas veces vi una superioridad tan
notoria como esa en una final”, fue la observación de Eduardo Rafael, el
periodista que cubrió el partido para la revista El Gráfico. Desde todos los
medios, tanto argentinos como brasileños, llovieron elogios para los jugadores
de Independiente, quienes fueron calificados con excelentes puntajes.
Esa noche el Pato decidió formar al Rojo de la siguiente
forma: Goyén; Clausen, Villaverde, Trossero, Enrique; Giusti, Marangoni,
Bochini, Burruchaga; Bufarini y Barberón. Luego la vieja Reinoso entraría por
Bufarini.
A los 24 minutos, tras un buen anticipo de Marangoni, el
Bochita controló una pelota difícil y luego de una pausa de las suyas habilita
magistralmente al Burru, quién con una corrida y definición similar a la que
dos años más tarde le dará un título mundial a la Selección, metió el gol del
triunfo Rojo.
Tres días después, con un empate en la Doble Visera, se
aseguraba la séptima y hasta ahora última de nuestras Libertadores.
Fuente Orgullo Rojo
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