Adrian Gabbarini ex arquero de Independiente , ahora en Liga
de Quito con su hija Oriana, de un año
Por Favio Verona
Adrián Gabbarini, capitán de Liga de Quito, contó varias
historias sobre su paso por Independiente: el día que fue mozo del plantel y
gracias a eso llegó al club, los duros hechos de inseguridad que vivió en la
pensión y la tarde que casi se va a las manos con Cantero. También elogió y
mucho a Pusineri, a quien conoce muy bien.
Es el capitán de Liga de Quito, club al que llegó a
principios de 2018 y que es rival de River en la fase de grupos de la
Libertadores. A los 34 años, Adrián Gabbarini reparte su tiempo entre el fútbol
y su familia. Desde Ecuador, país en el que vive junto a su esposa, Gimena, y
su hija de un año, Oriana, el arquero surgido de las Inferiores de
Independiente atendió a Olé, reveló imperdibles anécdotas de su paso por el
Rojo y opinó de la actualidad del club del que es fanático.
-¿Cómo se está viviendo la situación allá?
-Estuvimos 90 días parados, en cuarentena. Entrenamos
respetando los protocolos y cada 10 días nos hacen estudios. No entramos a los
vestuarios, cada uno se baña en su casa. Nunca sabés cuándo se va a aplacar
esto del virus. En Ecuador arrancó muy mal Guayaquil, con muchos infectados.
Ahora se mantuvo. Quito siempre estuvo por debajo porque tiene menos
habitantes. Acá estamos un poco más resguardados, pero con esta enfermedad
nunca se sabe, entonces los cuidados tienen que ser al extremo siempre.
Afortunadamente Liga es un club espectacular, te da todo. Este es mi tercer año
acá.
-¿Te acostumbraste a la altura?
-Mirá, al principio me costó 20 ó 25 días, más que nada
acostumbrarme a los efectos y la velocidad de la pelota. Las parábolas son
distintas. Hay pelotas que en el llano caen en el primer palo y acá llegan al
segundo. Y hay pelotas que allá podés agarrar y acá tenés que dar rebotes
largos.
-¿Va a costar mucho recuperar el ritmo futbolístico?
-Sí, pero estamos todos en la misma. Va a costar el ritmo y
sobre todo adquirir el funcionamiento.
-En Argentina los planteles se siguen entrenando por Zoom.
¿Es difícil mantener la motivación trabajando a través de una aplicación?
-Sí, te mata. En Ecuador el campeonato dura de enero a
diciembre. Nosotros quedamos en medio de un campeonato. Ahí en Argentina se
cortó el torneo y listo. Acá estamos en el medio de un certamen y de la Copa
Libertadores, en el grupo con River, San Pablo y Binacional. Es todo raro.
-¿Sos de seguirlo al Rojo a la distancia?
-Sí, claro, lo sigo siempre. Acá en Ecuador se siguen todos
los partidos del fútbol argentino.
-Fuiste compañero de Pusineri. ¿En ese momento imaginabas
que iba a ser entrenador?
-A Lucas lo tuve de compañero muchos años. Sé lo que quiere
a Independiente, lo que sufre. Y no tengo dudas de que va a dar lo mejor de él
para sacar a Independiente de este momento. Como jugador no le importaba nada,
iba al frente. Y como técnico no le importa nada y también va al frente. Si
tiene que poner a los pibes los va a poner. Eso ya lo ha demostrado. Conozco a
su cuerpo técnico, a Tanucci, a Leo Díaz, quien me regalaba los guantes en ese
2002, cuando me quedaba a verlo en los entrenamientos. Ojalá que les vaya muy
bien, son un grupo espectacular.
-¿Es cierto que llegaste a Independiente por ser mozo del
plantel?
-Fue en el 2002, cuando Independiente estaba jugando un
torneo de verano. El padre de mi mejor amigo era fanático de Independiente e
invitó a todo el plantel a comer un asado a su finca. Me invitó para ser mozo
del plantel. Yo en ese momento estaba atajando en la primera de Guaymallén.
Recuerdo que me presentó a los técnicos de Independiente, que eran Clausen y
Bochini, dijo que era arquero. Yo tenía 14 ó 15 años. Clausen me dijo “flaco,
tenés buena altura. ¿Te gustaría ser arquero de Independiente?”. Al otro día me
invitó a entrenar con la Primera de Independiente en señal de agradecimiento
por haber invitado a comer el asado a todo el plantel. Me entrené con la
Primera, que hacía fútbol en la quinta de Abate. Los tres arqueros eran Rocha,
Sala y el loquito Albil. Me empezaron a pelotear entre Guiñazú, el Cuqui
Silvera, los que se quedaron para el Independiente campeón. Me vieron
condiciones y hablaron con Pepé Santoro para que me haga la prueba en Buenos
Aires. A la semana viajé y quedé en la pensión. Fue una locura. Llego a
Domínico y en ese año faltaba un cupo para llenar los arqueros de la categoría
85.
-¿Estabas nervioso en ese primer entrenamiento?
-Sí, primero no me dejaban entrar al predio, ja. Estaban
haciendo fútbol en una cancha y yo estaba en la otra peloteándome con el
loquito Albil y los pibes que quedaban afuera: Toti Rios, Rivas, Mati
Villavicencio y el Cholo Guiñazú que volvía de una lesión. Era mi posibilidad
de que me vea.
-Era brava esa pensión...
-Sí, la verdad es que esa pensión no era lo que es ahora. Yo
estuve cuatro años y medio ahí. Pasábamos hambre, frio, era complicado. En ese
momento el predio no estaba delimitado por paredones. Se nos metían los de los
barrios del costado. Había que tener muchas ganas de jugar al fútbol para vivir
ahí.
-¿Qué fue lo más loco que recordás que pasó ahí adentro?
-Cuando Independiente estaba saliendo campeón en 2002, en
diciembre, nos entraron a robar al predio. Se metieron los del barrio del
costado, robaron el vestuario de la Primera, ingresaron a la confitería del
club y los guardias de seguridad se metieron en la pensión a defendernos a
nosotros. Se escucharon tiros. Y no se mandaron adentro porque no tenían ganas.
Pero fue bravo eso y la dirigencia de ese momento tuvo mucha suerte de que no
nos pasara nada. Al otro día, a los de categorías más chicas los liberaron. Y
los de Cuarta, Quinta y Sexta quedamos adentro porque aún quedaban partidos.
-¿Tus viejos sabían esto?
-No, se enteraron tres años después. No les conté nada. Yo
sabía que si se enteraban me iban a ir a buscar de los pelos y no me iban a
dejar volver. Pero ese 2002 fue muy lindo, la categoría 85 era la sparring de
la Primera. Todos los miércoles íbamos a la Doble Visera. Ese campeonato de
2002 yo lo viví desde poder entrenar con esos cracks, de ser alcanzapelotas
todos los partidos.
-¿Cómo eran esas prácticas?
-El Tolo no nos dejaba hacer goles, je. No, hablando en
serio: en realidad nos hacían de a cinco o seis. Ese equipo era impresionante.
No podíamos tener la pelota nunca, la tenían siempre Rolfi Montenegro y Pocho
Insúa.
-Y después el Tolo Gallego sacó lo mejor de vos...
-Sí, yo le debo mucho al Tolo. En 2003, cuando yo estaba en
Quinta, se lesionó Botero y me llevó a Mar del Plata porque me había visto en
2002 de sparring. Después, cuando volvió en 2009, me puso en Primera y me hizo
debutar. Se había lesionado Hilario y me tocó atajar algunos partidos. Gallego
me dijo: “Si vos atajás bien estos cuatro o cinco partidos, yo no te saco más
del arco. Por más que se recupere Hilario, seguís vos”. Me tocó arrancar con
Estudiantes, Vélez, Racing, River y San Lorenzo. Ganamos los cinco y yo seguí
en el arco y peleamos el campeonato.
-¿Cuál fue tu mejor momento y el más duro en Independiente?
-Lo más satisfactorio fue demostrar que yo estaba a la
altura del arco de Independiente. Me acuerdo que cuando estaba Comparada me
había venido una oferta de Unión cuando yo era suplente. Y a Julio le dije “No,
yo me quiero quedar, quiero debutar”. Y lo logré. El momento más triste fue la
lesión que tuve en cancha de Newell's, ya que no pude disputar ningún partido
ni ayudar a mis compañeros en el año en que nos tocó descender. Estuve todo el
año corriendo, en kinesiología. No me gustó cómo se dio mi salida, peleándome
con Cantero...
-¿Te enojaste mucho con Cantero?
-Y sí. Yo soy de decir las cosas en la cara. Tuvimos un
fuerte cruce enfrente de mis compañeros. Lo que le dije fue duro. Casi nos
vamos a las manos ese día. Son cosas que a uno le duelen, que quedan en la
interna. Quedó ahí. Me gustó que no salió en ningún lado. No me gustó la
actitud que tuvo. Él dijo que yo no me quería quedar en Independiente, que pedí
plata. Y era mentira. Él no me quería en el club. Le dije todo en la cara y
hubo muchos testigos en esa charla.
-¿Soñás con poder volver a Independiente en un futuro?
-Mirá, justo en estas últimas semanas se habló de ese tema.
Y la verdad es que nunca me llamaron. En algunos portales salió que yo no
quería volver. Pero nadie se contactó conmigo. Y además estoy en un club en el
que tengo contrato, el torneo continúa, soy el capitán del equipo, estamos en
el medio de una Copa Libertadores y yo tengo que respetar al club en el que
estoy. No es que no quiero volver, pero las circunstancias no están dadas. Hoy
tengo la cabeza 100% en Liga. ¿Cómo no me va a movilizar? Independiente es mi
casa, soy hincha, estuve desde los 14 años... El hincha que me conoce sabe lo
que yo di, lo que sufrí y siento por Independiente.
-Teniendo un hijo, ¿te preocupa lo que está pasando con el
virus?
-Hoy no iría a vivir a Buenos Aires con mi familia, porque
tengo la posibilidad de que ellos se vayan a vivir a Mendoza. Eso no lo pongo
en la balanza. Tengo una hija de un año que nació en Ecuador. Mi señora en
mendocina y hace más de 100 días que no sale de mi casa.
-¿Cómo marcha esa bodega que tenés con tu familia en
Mendoza?
-Muy bien. Es algo familiar de toda la vida. Mis abuelos y
mi padre siempre tuvieron viñedos. Próximamente vamos a llevar vinos a Buenos
Aires y Córdoba y ahora lo hemos traido a Ecuador. La Bodega se llama Familia
Gabbarini. En Ecuador el vino se está comercializando bien. En los próximos
meses vamos a hacer más variedades de vino y champagne para lo que es Mendoza,
Buenos Aires, Santa Fe. Yo soy la oveja negra de mi familia, porque todos
estaban abocados a la bodega y yo soy futbolista.
-¿Cuál es la clave para un buen vino?
-No hay una clave. Los enólogos son los directores técnicos
de la bodega. Cada bodega tiene un toque diferente. No hay una Coca Cola en el
vino. Podés tener grandes bodegas que tengan malos vinos y pequeñas bodegas que
tengan excelentes vinos. Sobre gustos no hay nada escrito. Las grandes bodegas
tienen su inversión, su marketing. Por algo son premiadas en todo el mundo. A
veces el precio del vino no tiene nada que ver.
-Lo que te deben manguear en el vestuario...
-Sí, olvidate. Antes de las próximas fiestas vamos a tener
el champagne de la familia Gabbarini, así que ya me están mangueando.
Fuente Olé
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.