Gigliotti hizo un gol (Twitter Independiente oficial).
Por Walter Vargas
Hace unos días aludíamos a la sorpresiva salida de Germán
Denis en el contexto de un Independiente de clima enrarecido. No parecía el
modo más respetuoso y elegante de tratar a un jugador de pertenencia probada y
presencia reclamada cuando rompía redes en el Calcio. Pero tal parece esa
salida de Denis se corresponde con una política más profunda que atañe a una
limpieza de contratos altos y a la vez sugiere otros tipos de higiene: la del
rendimiento futbolístico y la del clima del plantel, acaso en respuesta a esa
parcela de la tribuna que hablaba de un grupo caníbal. Una máquina de devorar
entrenadores, incluso de un emblema de la casa como Gaby Milito.
O Ariel Holan pretende un plantel nuevo y un nuevo equipo o
la conducción del Rojo pretendía un nuevo plantel y un nuevo equipo y en Holan
encontró el ejecutor ideal. Lo mismo da. El que ayer le ganó a Quilmes a una
semana de la reanudación de la competencia oficial es un Independiente de
composición insospechada. Un puñado de sobrevivientes, tres recién llegados
(Nery Domínguez, Walter Erviti y Emmanuel Gigliotti), un recuperado post lesión
rebelde (Lucas Albertengo), la joyita aún necesitada de unas cuantas horas de
vuelo (Ezequiel Barco) y la brisa fresca de otros chiquilines de la Reserva
forjada por Fernando Berón. Fabricio Bustos, Alan Franco, Gastón Togni… Sellada
una renovación de raíz, un par de interrogantes caen de cajón: las espaldas de
Holan para sostener su idea, sus modos y la expectación que Independiente
genera de por sí, y el volumen de paciencia de una hinchada de pocas pulgas a
la que, nobleza obliga, hace largo rato que el equipo no le ofrece buenos
motivos para confiar.
Fuente Olé
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