Por: Rodrigo Tamagni
Toque, movilidad y determinación. El Independiente que
prometió en los primeros juegos se evaporó. Al técnico no le tiembla el pulso,
pero se lo hace temblar a los jugadores con sus decisiones apresuradas.
Mostrarse rápido y bien, reflejo de una sociedad que vive apresurada por el
"no hay tiempo". Comandante Jorge, deje que la idea de juego se
cocine a fuego lento
El segundo tiempo estaba a punto de arrancar, pero antes el
cuarto 'hombre de negro' marcaba dos cambios. "¡Que tipo raro este
Almirón!", suspiraba un sesentón en la platea mientras veía el '23' en el
cartel. Otra vez el técnico dando muestras de su 'carácter'. De que su pulso no
tiembla ni en un mano a mano en el Jenga contra Sofovich. Quizás eran las
ráfagas de viento constante, pero un tufillo en el aire hacía tener un mal
presentimiento. El equipo no había jugado su mejor partido, pero es la tercera
fecha. Aunque parece que no importan los tiempos, las cabezas acá ruedan sin
cesar.
"No está mal, el 'Rolfi' viene jugando mal hace
rato", entre que respondía y lanzaba al aire un pibe que mamó más malas
que buenas. Otra gran verdad. Pero tampoco había sido de lo peor y, con
errores, era la manija en los tres cuartos.
El equipo se derrumbó. Quizás porque en el Jenga no sólo
importa el pulso sino que también es necesaria la estrategia para mantener la
estructura de pie. Equilibro en ambos lados y saber sacar las fichas justas, en
el momento preciso.
Sin Montenegro en cancha, la pelota comenzó a pasar por el
aire. Con cambios de frente arriesgados y con pocas probabilidades de que
lleguen con éxito a destino. La respuesta a eso era que el equipo quedaba
parado a mitad de camino; ni en ataque, ni en defensa. A Vélez, con explosión y
un Pratto delicioso, le bastó un soplido para dejar mal parado al equipo.
Pratto uno, Pratto dos.
¿La pelota? Propiedad de Méndez. Pieza que, si había una que
sacar, era esa. Dejó a Jesús solo en la creación como si le sobrara, y aunque
él lo crea, no le sobra. Tiene habilidad, pisada y panorama, pero le falta
inteligencia y peca de soberbia futbolística. "A un toque eres el mejor, a
dos toques eres muy bueno, a tres eres discreto", le dijo, clarito, Guardiola
a Busquets. Salvando las distancias, a Jesús le cabe el mismo análisis.
Imagínese la opinión a la hora del traslado constante que practica. Esto es tan
cierto como que queda expuesto ante la falta de compañeros. Y en eso, la culpa
es de Almirón.
Fuente Play Fútbol
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