Por Nahuel Lanzillotta
Lo de Ariel Holan con Fernando Gaibor fue un trabajo de
hormiga. Lo siguió durante meses en Emelec de Ecuador, donde el mediocampista
se convirtió en figura y referente. Lo contactó. Lo sedujo. Pero no se lo trajo
de inmediato. Lo esperó. Le siguió hablando a la distancia para no enfriar la
relación. Hasta que la dirigencia de Independiente rompió el chanchito para
darle el gusto y traerle a la joya azul ecuatoriana. Junto con la de Silvio
Romero, fue la compra más cara de la historia del Rojo: 4.2 millones de
dólares. Pero en la negociación también fue clave el técnico, que debió
interceder para reflotar el acuerdo que se había caído por diferencias en el
contrato entre las dos instituciones.
Esa paciencia para esperar el momento exacto para ir a
buscarlo fue la misma que Holan le tuvo a Gaibor una vez que el ecuatoriano
puso sus pies en Avellaneda. De movida le dio toda la confianza entregándole la
camiseta número 10, todo un símbolo en el club de Ricardo Bochini. Pero al
volante de 27 años todo le costó el doble. Sufrió la adaptación deportiva y
también social. Fue víctima de discriminación en sus primeros días en Buenos
Aires y eso lo afectó.
Sin embargo, el cielo se fue aclarando para el hombre de la
selección de Ecuador y con sus últimas actuaciones en la Superliga demostró que
está haciendo todo lo posible para volver a ser el 10 que Holan vio en Emelec,
ese que lo enamoró con su calidad para jugar y su generosidad para asistir de
manera precisa a sus compañeros delanteros. En el 3 a 1 contra Huracán tuvo su
mejor función vestido de diablo, con un pase-gol incluido para Emmanuel
Gigliotti en el primer tanto. Y fue una de las pocas cosas positivas que el
entrenador se trajo de Tucumán tras la derrota 2-4 ante Atlético.
En ese último encuentro volvió a asistir al Puma y además se
hizo cargo del penal para empatar provisoriamente. Si tendrá la confianza en
alza que hasta se animó a tratar de convertir un gol olímpico en un tiro de
esquina en el segundo tiempo. Estuvo cerquita.
“Un jugador con continuidad y regularidad va a poder
desarrollar cada vez mejor su juego”, sostuvo el futbolista nacido en Montalvo
luego de su performance con el Globo. “Necesitaba un partido así”, confesó. Y
ese bien podría señalarse como el inicio de un camino que ya recorrieron varios
que eran mirados de reojo en Independiente cuando arribaron y que lograron
revertir su imagen con buenos rendimientos. Juan Sánchez Miño, Nicolás Domingo
y Gigliotti pueden dar fe de ello. Hasta a Martín Benítez, surgido de la
cantera, le pasó. Gaibor quiere emularlos.
¿Qué cambió para que se sienta mejor? Con el tiempo se fue
insertando en el plantel y familiarizándose con la intensidad del fútbol
argentino, muy distinto al ecuatoriano. La llegada de su esposa y sus dos hijos
también lo ayudó a estar más contenido en el día a día. Y, después de probarlo
en varios sectores del campo, como de doble cinco o de enganche, Holan lo puso
en el puesto que más le gusta: de ocho. Allí, como un clásico volante por
derecha, se soltó en las dos últimas fechas del campeonato y el equipo se vio
favorecido.
Su objetivo ahora -y el de Holan- es lograr que este nivel
se prolongue en el tiempo para confirmar que el DT no se equivocó, que aquel
que fue a buscar a Ecuador es el 10 que necesita Independiente.
Fuente Clarín
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