El festejo de Independiente contra Defensa.
Por Nicolás Berardo
Independiente quiere prenderse en la lucha, pero aún no
luce. Le ganó con lo justo a Defensa, que le hizo partido, con un golazo de
Martín Benitez.
¿Le da para pelear?
Si Independiente funcionara como Defensa, Pellegrino no
soltaría bufidos por los modos del reciente triunfo. Su mesurado resultadismo
en plena bonanza tiene su explicación: él sabe que, jugando como anoche, será
difícil que a su equipo le dé la nafta para apoderarse del pedigrí de
candidato.
No está mal que el hincha festeje, ojo. Ganar, en la situación
futbolística en la que se encuentra Independiente, resulta saludable. La
lectura positiva indica que la onda verde (o roja, para no salir de la trama
cromática) puede ser el contexto ideal para que el equipo gane confianza en pos
de finalizar la metamorfosis: dejar de ser el que fue con Almirón para
convertirse en el equipo que anhela Longaniza. Aunque tiene dos puntos altos
que sostienen la transformación: Méndez y Benítez.
Con Albertengo y Vera fuera del área de cobertura, a
Independiente le alcanzó con un error forzado por Jesús (presionó bien a
Rivero) que derivó en el amago y posterior golazo de Martín para inclinar a su
favor la balanza ante un equipo que sabe a lo que juega. Un conjunto que
conceptualmente es una maqueta del producto final que aspira dirigir
Pellegrino. Solidario en la marca, se desdobla bien, presionando en tres
cuartos de cancha por momentos te obliga a jugar al pelotazo, verticaliza,
profundiza o lateraliza a conciencia, es prolijo, suelta a los dos laterales y
hasta se anima a ofrecer bijouterie cuando la situación lo amerita (hasta
Saveljich se la jugó y tiró un caño). Pero tiene un déficit: no concreta.
Isnaldo sorprendió de arranque, Delgado -punto altísimo para los de Holan- pudo
convertir de tiro libre pero el travesaño se lo negó, Damián Martínez demostró
que no está ducho para el mano a mano y le reventó el cuerpo al pobre Ruso
Rodríguez... El Rojo fue su antítesis: no hilvanó movimientos colectivos
exquisitos, es cierto, pero sí acertó en la que necesitaba. Aprovechó que Benítez
es una especie de Rey Midas: todo lo que toca su botín, brilla. Que Jesús es un
redentor para lo que más necesita el equipo: juego. Y en eso deberá apoyarse
Pellegrino, al igual que en la sociedad que formó en ataque y en el Cebolla
Rodríguez, quien anoche ingresó un rato pero se lo notó incómodo (¿el uruguayo
está para jugar por derecha, Flaco?) para terminar de armar el cubo mágico.
Si Independiente logra surfear bien la ola de triunfos,
consigue el equilibrio que le falta y no se cae de la tabla, podrá afrontar lo
que resta del torneo más largo del mundo con aspiraciones de pelear. Sólo
logrando esa identidad anhelada podrá engancharse, como lo hizo Benítez, en la
puja por el título.
Fuente Olé

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