Está a punto de chocarlo

Por Beto Tisinovich

Pésimo partido de Independiente. Más allá de que Pompei permitió que Gimnasia corte permanentemente con foul y no cobre dos penales (uno para cada lado), la actuación de los nuestros fue para el diablo. Le costó encontrar las variantes necesarias para vulnerar a un
           Fuente imágen web              equipo que venía haciéndose goles en contra al por mayor. Y, lo que es peor, te manejó el partido y estuvo ahí de llevarse los tres puntos. La verdad, incomprensible por donde se lo mire. Está el atenuante de que no jugó Mancuello, pero no es excusa como para no ganarle a un equipo de Troglio en el que la calidad brilla por su ausencia. En los primeros minutos el que entendió el juego fue Benítez, quien luego de sacarse un hombre de encima siempre pateó y encontró a un eficiente Navarro. Luego, como siempre, tuvimos la pelota pero no se generó peligro. Llegamos a través de pelotas paradas y en el gol tras 20 toques, un gran desborde de Pisano y alta definición de Albertengo. Pareció que ahí se terminaba el pleito y el 2-0 estuvo a centímetros de concretarse. Pero como es costumbre en este torneo, a los pocos minutos se viene la noche y el rival empata casi sin proponérselo. Al vestuario con caras largas y al regreso las ideas con las convicciones se tomaron el fin de semana largo. En cancha estuvo la peor versión de un conjunto que quiere aspirar a pelear el torneo. Impreciso, displicente y carente de identidad. Todo en el mismo envase. Si bien los jugadores son los que llevan la bocha, a Almirón se le queman los papeles cada vez que tiene que cambiar el rumbo del trámite. No la pega y sus variantes, en vez de tener sustento táctico, no hacen más que crear confusión. Así se van perdiendo puntos que costarán recuperar. Otra cosa que se vio muy seguido, en especial contra Unión, Godoy Cruz y Gimnasia, es la falta de decisión de llevarse por delante a los que están enfrente. Es hora que el DT empiece a enderezar el camión, que tiene una carga importante de refuerzos y por ahora se lo está comiendo la intrascendencia.

Fuente Olé