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Por Marcelo Sottile
Almirón ha generado prensa a favor y en contra. Se reconozca
o no, le dan una vida más los adoradores de su propuesta -a veces más eficiente
en la dialéctica que en la cancha- y le cuestionan todo quienes entran en shock
cuando escuchan que él pide salir jugando. Pero desde hace unos días -con su
equipo, sus decisiones y sus palabras- el peor jefe de prensa de Almirón es
Almirón.
Independiente pasó de fase en la Copa Argentina pero igual
perdió. Se vio cara a cara con el papelón. No sólo por subestimar a un equipo
con un par de personajes que parecían robados de un cuento de Fontanarrosa,
sino por el poco cuidado de su propio escudo. Hubo jugadores sin rebeldía, sin
intención de escaparse de un infierno que los paralizó. Ellos son los que
definen adentro, responsables de poner en discusión su profesionalismo al lado
de muchachos que hoy tienen que madrugar para abrir la panadería. Aunque antes,
el más culpable en la cadena de errores fue el entrenador. Se dijo antes y se
comprobó después: resultó una equivocación jugar con los suplentes de un equipo
que está 13° en el torneo cuando Independiente no debía preservar piernas para
la Libertadores y había 15 días de descanso. Almirón ahí tampoco eligió bien
para cuidar su imagen.
Como el Alcorcón se hizo famoso por eliminar al Madrid y
eyectó a Pellegrini del banco, Alianza Moldes le puso dinamita a su asiento de
plástico. Pablo Moyano habló de plazos cercanos y se preguntó: “Si lo echamos a
Almirón, ¿a quién traemos?”. Eso es más resignación que convicción en el
entrenador elegido.
Almirón, en cambio, habló del mal estado de la cancha. Dejó
sin defensa hasta a quienes le hacen buena prensa...
Fuente Olé
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