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miércoles, 29 de abril de 2015

Menotti y Bilardo: de ayer a hoy





Por Eduardo Verona




Después de décadas de propinarse un mutuo desprecio por cuestiones propias del fútbol y también ajenas al fútbol, el Flaco Menotti y Carlos Bilardo encontraron en pequeños gestos un espacio para comunicarse, aunque no se dirijan la palabra. No hay reconciliación, pero hay otra mirada menos guerrera.

 

   -Flaco, en la antesala del próximo año, ¿compartirías una charla con Bilardo?

   -No.

   -¿Es un no sin ninguna posibilidad de torcerse?

   -Es que las diferencias que tengo con Bilardo trascienden ampliamente al fútbol. Como también pasa con Víctor Hugo Morales.

   -Pero Bilardo perteneció a la raza de los futbolistas.

   -No. No lo reconozco de esa manera. Además, ¿qué resolveríamos hablando? Nada. No vale la pena. Somos de dos mundos muy distintos.

   En la edición de El Gráfico del 7 de diciembre de 1999 y en el marco de una entrevista, César Luis Menotti así respondía la inquietud que le trasladamos, negando cualquier principio de acuerdo o coincidencia mínima con Carlos Bilardo.  

   -Carlos, hace unos días comentaste que había que recuperar el fútbol del potrero.

   -Es que hay que volver a las fuentes. Estoy convencido.

   -Más de uno dirá que te estás menottizando.

   -No, al revés. El problema es que el periodismo siempre me interpretó mal. El que me entendió de entrada fue Julio Grondona. Yo hablé toda mi vida del fútbol de potrero y del mejoramiento de la técnica individual. ¿Sabés cuál es mi sueño? Que los jugadores suban al avión haciendo malabarismo: tiqui, taca, pechito, cabeza, tomala vos, dámela a mí... La verdad es que yo soy un fanático del jogo bonito. En mi puta vida desprecié el jogo bonito. Es más: soy un admirador total del mejor fútbol brasileño.

   -Más allá de algún perfil táctico, ese fútbol lo quieren todos. Entre ellos, Bianchi, Passarella, Veira, Menotti...

   -No, Menotti no.

   -¿Por qué estás tan seguro?

   -Porque él no estudia a los rivales, está en contra de las concentraciones, no mira videos, no se preocupa por las pelotas paradas, no le da importancia a la táctica ni a la parte física, tampoco a la funcionalidad de los jugadores, dice que el jugador nace y no se hace. En fin, mil cosas que definen todo.



   En la edición de El Gráfico del 5 de marzo de 1996 y también en el marco de una entrevista, Carlos Bilardo nos sorprendía con su admiración por el jogo bonito, pero separaba los tantos y radicalizaba su distanciamiento con Menotti.



   Casi dos décadas después de esas declaraciones que reproducimos, la reconciliación entre ambos sigue tan lejana como siempre. El fútbol y las cosas de la vida, que por otra parte son las más importantes, los fue separando quizás hasta el día del juicio final.



   Sin embargo, hace una semana en ocasión del debut de Gabriel Milito como entrenador de Estudiantes en el cruce ante Barcelona, el diario Olé le recordó a Menotti haber hecho debutar en Primera al Mariscal. Entre otras consideraciones, el Flaco afirmó: "Ese Estudiantes de Trobbiani, Ponce y Sabella jugaba bien al fútbol". Le plantearon que ese Estudiantes lo dirigía Bilardo. Y Menotti contestó: "Sí, lo sé. Pero es la realidad, era un buen equipo".



   Pocas horas después de aquellas palabras de Menotti, Bilardo fue consultado a raíz

de ese elogio público. Y devolvió la pared con una gentileza: "Aquel Huracán del 73 también jugaba bien". Ese Huracán campeón que es tan recordado lo conducía Menotti. Para cerrar, Bilardo comentó: "No me sentaría a hablar con él. Pero mi antinomia con Menotti ya pasó".



   La cosa quedó ahí. Ni más cerca ni más lejos. Bilardo siempre fue rehén de su círculo rojo. Y no fueran pocas las veces que Bilardo explicó en privado que tomar un café con Menotti era una misión imposible por un sentimiento de fidelidad y lealtad con sus amigos. "No puedo fallarles", repetía Carlos.



   Para Menotti, en cambio, ese café hipotético con Bilardo nunca llegó a interpretarse como una cumbre irrealizable, más allá de las palabras de ocasión reproducidas por los periodistas a lo largo de los años.



   Hoy, cuando los dos andan por los 76 años, algo comenzó a gestarse. No un reencuentro. No una charla breve para las fotos. No un abrazo y un apretón de manos para sellar el inicio de otra etapa. Nada que ver. Pero desde hace algunos pocos años (4 o 5, no más) la tendencia al enfrentamiento directo viene decreciendo.



   No se miran bien. Pero se miran  por lo menos. No van a tirarse flores todos los días. Pero la época de los bombazos que iban y venían todo indica que ya pasó a mejor vida. No ocultan sus diferencias. Pero se atreven a construir algunos gestos de cortesía. Como el reconocimiento de Menotti a ese Estudiantes de 1982 que salió campeón. O la devolución de Bilardo hacia ese Huracán de 1973 que también salió campeón.



   Hace una, dos o tres décadas, ese escenario era impensado. Hoy se trasladó a los hechos. Como aquellos deseos (que expresó a la prensa) de pronta recuperación de parte de Bilardo hacia Menotti cuando el Flaco en marzo de 2011 estuvo internado unos días por una afección pulmonar.



   Esos pequeños gestos de ida y vuelta es muy probable que hayan abrazado una certeza: lo peor entre ellos ya terminó. Quedan las viejas cicatrices y heridas del pasado. Y una polémica encarnizada que, sin dudas, enriqueció al fútbol argentino. 



   Porque en la batalla de ideas, que son las batallas que siempre hay que dar aunque provoquen enfrentamientos que el establishment demoniza, crecen los hombres. Las sociedades. Y también el fútbol.   





Fuente Diario Popular

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