El Rojo posee el 50% del pase del punta, que está en la mira
de Huracán y Olimpo.
Por Favio Verona
El delantero que más le rindió al Rojo sabe que Jorge
Almirón no lo quiere y, si bien le quedan seis meses de contrato, dejaría el
club.
Opuso resistencia, pero la demoledora prepotencia de los
hechos se impuso con la autoridad que conceden los goles y lo empujó a tomar
una decisión que iba a contramano de sus ideas: ponerlo. No hace falta incurrir
en rodeos ni insinuaciones: Jorge Almirón nunca quiso a Sebastián Penco.
Interpretó que sus limitaciones técnicas fuera del área le impedirían
integrarse al circuito de juego y que conspirarían contra el funcionamiento
colectivo que él pretendía desarrollar. El delantero siempre bajo la lupa,
acorralado por la obligación de sortear un obstáculo más que el resto, cercado
por la impaciencia de un técnico que no tuvo el mismo criterio de evaluación ni
los mismos márgenes de tolerancia con él que con el resto. “A Almirón le meto
presión con goles”, le dijo Penco a Olé , cuando comenzaba a gobernarlo esa
extraña aleación de desazón e incredulidad por un trato que su criterio era
injusto.
Fueron sus gritos ante Olimpo, Racing, Defensa, Arsenal y
Lanús los que le sellaron el pasaporte hacia la titularidad. En términos de
productividad, Penco fue el punta que más le rindió a Independiente y el que
menos oportunidades tuvo. Los números lo reflejan: metió 10 goles en 18 PJ de
titular. El último semestre del año fue una remake del primero, cuando al Rojo
lo dirigía De Felippe: Penco pasó del destierro a ganarse un lugar a fuerza de
goles cruciales. Pero lo más probable es que esta vez el desenlace sea otro. Al
delantero no lo deja tranquilo convivir con la certeza de que ya le están
buscando un reemplazante. No quiere arrancar otra vez corriendo de atrás. No
está dispuesto a permitir que, a sus 31 años, otro almanaque se escurra
mientras él permanece sentado estoico en el banco. Y tanto Huracán como Olimpo
lo tienen en la mira.
Penco nunca respondió cuando el DT puso en marcha el mismo
mecanismo de desgaste que implementó con Daniel Montenegro. Una estrategia que
consistió en sacarlo ante el menor período de sequía (lo reemplazó en cinco de
los siete partidos que jugó de titular en el torneo). Ni siquiera eso perturbó
su tranquilidad. “Penco es un jugador importante, pero acá el que decide soy
yo”, bramó Almirón, hastiado por las preguntas que giraban en torno a la
situación del nueve. El proceso de erosión obró como una bomba de efecto
retardado. Hoy, al goleador le quedan seis meses más de contrato. Lo que ya no
le queda es paciencia.
Fuente Olé

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