Almirón rescató la campaña del Rojo tras el ascenso.
Por Fabian Rodriguez y Beto Tisinovich
Almirón es el entrenador que más sumó en Primera este año,
entre las campañas en Godoy Cruz y el Diablo, donde recibió fuertes críticas de
parte de los hinchas.
“Me va a costar ganarme la confianza de la gente”, pronunció
Jorge Almirón el 18 de julio cuando asumió en Independiente. Fue un preámbulo a
las vivencias posteriores. El carisma no se encuentra entre sus virtudes. No
busca atraer con declaraciones mediáticas dirigidas hacia los hinchas, y
tampoco realiza gestos ampulosos que no pertenecen a su personalidad. El tipo
es serio, distante, y no intenta disimular su incomodidad en las entrevistas.
Se formó en México como entrenador, bajo la escuela de Ricardo La Volpe. De
allí importó el 5-3-2 característico del Bigotón. También el desequilibrio del
afecto. El Negro es cuestionado por muchos y querido por pocos. Quizás no atrae
su carácter en una sociedad que compra estereotipos alejados al trabajo
conceptual y en silencio. Lo cierto es que Almirón tuvo un 2014 muy positivo,
ya que fue el entrenador argentino que más sumó en los torneos de Primera. Pero
los puntos, no son amores...
En Mendoza dejó su sello. Gambeteó el descenso siendo
protagonista de los partidos. Hasta se dio el gusto de ganarle a River,
posterior campeón, 2-1 en el Monumental (única derrota en su casa). Un
resultado que no sorprendió. Su juego ofensivo se basó en la creación de
Castellani, los desbordes de José Luis Fernández (lo pidió para el Rojo pero
fue descartado) y la potencia de Obolo y Castillón. El 5-3-2 del Tomba se
sostuvo por los relevos de Diego Rodríguez (pretende incorporarlo) y una
defensa encabezada por Nico Sánchez y Grimi.
Esa búsqueda por la victoria generó 32 puntos para el Tomba.
Compartió el segundo puesto con Boca y Estudiantes (LP). ¡Clasificó a la Copa
Sudamericana! Pero no llegó a dirigirla. “Mi proyecto no va con el club. Quería
ser campeón, pelear por uno de los tres torneos”, anunció el 17 de julio al
marcharse de Godoy Cruz. Fue un portazo extraño, que generó molestias. Justo
sucedió el mismo día que Gabriel Milito no aceptó ser el DT del Rojo, tras la salida
de Omar De Felippe. Entonces, Almirón llegó de urgencia a Avellaneda para
entrenar al club del cual se confesó hincha.
Debutó con una victoria (2-0) sobre Belgrano, por Copa
Argentina, y armó el plantel como pudo para el torneo. Ganó el clásico frente a
Racing, y cosechó victorias de alto nivel: Rosario Central (2-0), San Lorenzo
(2-1 en el Bajo Flores), Tigre (3-1) y Lanús (4-1). Luchó por el título, pero
sufrió caídas dolorosas ante a Vélez (0-4), River (1-4), Gimnasia (0-1), Boca
(1-3) y Belgrano (0-4). Además de la eliminación de la Copa Argentina, el gran
objetivo del semestre, a manos de Estudiantes (LP). Igualmente, logró una cifra
muy valiosa para el club: 33 puntos. Una campaña en torneos cortos sólo
superada por Gallego (título en Apertura 2002, más 34 en el Apertura 2009 y el
Clausura 2010), Menotti (37 en el Apertura 96) y Trossero (36 en el Clausura
2000). Sin embargo, los porotos obtenidos no fueron respaldados por el cariño
del hincha. Almirón sembró críticas por las variantes asiduas en el 11 titular,
los bajones del equipo, y la insistencia con una línea de 5 defensores
defectuosa. Por esa razón, los puntos no generan amores...
Fuente Olé
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