El hincha (II): la historia detrás del título de Racing en
2001
"Me di cuenta de que Racing tenía que salir campeón sí
o sí cuando vi a Grondona entrando a la Casa de Gobierno"
Dice el juez de
línea Alberto Barrientos.
Por Ezequiel Fernández Moores
07 de Diciembre de 2011 - 00:52
Mostaza Merlo, DT campeón en 2001 | Sebastián Domenech
Mariano Katz aguantó toda la madrugada para conseguir una
entrada.
Tenía 28 años y jamás había visto campeón a Racing.
Con la entrada en
el bolsillo y todavía con la camiseta puesta, Katz, militante de la Corriente
Clasista y Combativa (CCC), estaba en la Plaza de Mayo.
Resistiendo al estado
de sitio. Rompía vidrieras de bancos y se enfrentaba con la policía. También
estaba Martín Sharples, el atleta que corre en silla de ruedas.
Cargaba en su
camioneta a un militante herido por las balas policiales. Entre el 19 y el 20
de diciembre de 2001 la represión provocó 38 muertes en todo el país.
El
presidente Fernando de la Rúa se fue en un helicóptero.
El día 22, Ramón
Puerta, sucesor fugaz, citó a Julio Grondona a la Casa Rosada.
El 27 de
diciembre, Racing empató 1-1 en cancha de Vélez y se coronó campeón después de
35 años.
Katz celebró cerca de los Racing Stones. Sharples en la platea, con su
carné de discapacitado. Y con una camiseta de Racing que, debajo del logo de
Rosamonte, decía "Basta de matar al pueblo".
De la cancha partió al
Obelisco. Una semana antes escenario de sangre.
Ahora de festejo por
"Racing campeón".
"¿Podíamos jugar un partido de fútbol en ese
país?", se pregunta el periodista Alejandro Wall.
Él también estuvo el 20
protestando en la Plaza y el 27 celebrando en la cancha.
"¿Cómo se
suspende una pasión? ¿Con qué botón se apaga? ¿En qué momento un hincha deja de
serlo?" ¡Academia Carajo! , su flamante libro, es una crónica formidable
de aquella Argentina de diciembre de 2001.
La del corralito y los saqueos.
Piquetes y cacerolas. La de Susana Giménez diciendo que la confiscación de
depósitos ordenada por Domingo Cavallo era "comunismo". La Argentina
del "Que se vayan todos". Y la del grafiti de Carlos Calvo y Defensa:
"Nos mean y los diarios dicen que llueve". Cinco presidentes en 12
días. 38 muertos.
Y Racing campeón. A diez años del Racing de Mostaza Merlo,
Wall cuenta por qué el poder político precisaba la vuelta del fútbol para
apagar el incendio.
Y sugiere que, a esa altura de los acontecimientos, era
mejor que Racing saliera campeón.
Tres meses antes, el 11 de septiembre de 2001, cayeron las
Torres Gemelas. Estados Unidos fue puro dolor. A la semana, George W. Bush
pidió que se reanudara el béisbol. Algunos jugadores se opusieron. Pero el país
precisaba dar señales de vuelta a la normalidad. Y el retorno del llamado
"pasatiempo nacional" de los norteamericanos fue la señal más
poderosa de que la vida seguía.
Algo parecido pensó acaso Ramón Puerta en esos
calientes días de diciembre, después de que su amigo Mauricio Macri, entonces
presidente de Boca, lo llamó pidiéndole por Racing.
A la Academia le bastaba un
empate en la última fecha para ser merecido campeón, pero Futbolistas
Argentinos Agremiados (FAA) dijo que no podía jugarse al fútbol en esas
condiciones.
"Me di cuenta de que Racing tenía que salir campeón sí o sí
cuando vi a Grondona entrando en la Casa de Gobierno".
Lo dice Alberto
Barrientos.
Cinco días después, Barrientos, fana de Racing, corría a la mitad
de la cancha con su banderín bajo, convalidando el gol en claro offside de
Gabriel Loeschbor en el empate final contra Vélez.
El gol del título. "Yo
no me iba a hacer el héroe con todo lo que estaba pasando en el país? la FIFA
nos había dicho no sancionar en caso de duda y yo tenía dudas". Barrientos
dice que fue un error, no deshonestidad.
Eso sí, cree que la AFA lo designó
porque él era de Racing.
El árbitro fue Gabriel Brazenas, el favorito de la AFA
para partidos decisivos.
El mismo Brazenas que no volvió a dirigir más después
del escándalo Vélez-Huracán de 2009.
"Por Diego Milito, para que Dios lo ilumine de
goles." "Te lo pedimos Señor." "Por Racing, para que esta
tarde sea campeón." "Te lo pedimos Señor." Adrián y Rita
cumplían su promesa de casarse el día que Racing fuera campeón. Y ellos tenían
fe. Los casó Juan Gabriel Arias en la parroquia Inmaculada Concepción, la
Redonda de Belgrano, a cuya cúpula, el día siguiente, el cura subió con un
arnés para colgar una bandera de Racing.
Juan Gabriel, que se tatuó a Jesús con
el escudo de Racing, le confiesa a Wall que cayó dos veces preso en la cancha.
En una, por querer evitar que la policía se llevara al Tano Scardillo, por
entonces miembro de la Guardia Imperial, en pleno tratamiento contra el
alcoholismo, que el cura supervisaba. El Tano, que hasta perfumaba las banderas
de Racing y ahora rehace su vida en Pinamar , había excavado la cancha unos
años antes buscando gatos muertos que supuestamente habían enterrado hinchas de
Independiente.
Y en 2002 se encadenó en una puerta para evitar el remate de la
sede de Villa del Parque. Había que evitar la desaparición de Racing.
Vicepresidente de la Nación y fana de Racing, el Chacho Alvarez provocó una
reunión con el Grupo Clarín, socio de Torneos y Competencias, dueña de los
derechos de TV.
Cuenta Wall que Héctor Magnetto, CEO del multimedios, abrió la
charla diciéndole al Chacho: "Ya te hice vicepresidente, ¿ahora qué más
querés?"
Racing no desapareció. El gerenciador Blanquiceleste SA,
sostenido por los dineros de un jeque etíope, pagó la deuda de 4 millones de
dólares a la AFA y en ese diciembre de 2001, la Academia se convirtió en el
primer campeón "privatizado" del fútbol argentino.
Blanquiceleste,
dice Marcelo Betbese, uno de los fundadores de Racing Stones, hoy en Brasil y
jugador de poker profesional, "Fue la peor derrota. Vendimos la grandeza,
vendimos la dignidad, nos cantaban que éramos una empresa y tenían razón".
Fernando Marín, la cara de Blanquiceleste, hablaba loas del fútbol-empresa en
el programa de Mariano Grondona, con Racing campeón.
Wall describe que Blanquiceleste
vendió jugadores, el principal negocio del fútbol, con los mismos vicios que
cualquier otro club. Los hinchas de San Lorenzo resistieron en esos mismos años
a ser una empresa de ISL, la firma de marketing de la FIFA que terminó
quebrando unos meses después en Suiza.
San Lorenzo sí no pudo evitar en ese
diciembre de 2001 la suspensión de la final de la Copa Mercosur que terminó
ganándole en febrero al Flamengo de Brasil.
Los hinchas de Racing sí salieron a
la calle para que no suspendieran su ilusión. Al día siguiente de la represión
en Plaza de Mayo, se plantaron frente a la sede de Agremiados con bombos y,
según rumores, también con bidones llenos de nafta y con armas.
Horas después,
mientras negociaba quién sería el nuevo presidente de la Nación, Puerta recibió
a Grondona. Y el 27 Racing gritó campeón.
"Mientras escribía el libro por un lado iba creyendo
que era una locura. ¿Un sábado por la mañana negociaban por Racing en Casa
Rosada? ¿Puerta no tenía nada más importante que Racing en ese momento?"
Con
Racing otra vez en crisis, pero el país lejos de 2001, Wall me dice, diez años
después, si igualmente tenía sentido tomar al fútbol como escenario de
suspensión y mantener en cambio otros escenarios, si acaso algo hubiese
cambiado trasladando la última fecha para febrero, como quería River, que
también tenía chances de campeón. Igual que Andrés Burgo, el autor de Ser de
River (ver El Hincha I), Wall escribió ¡Academia Carajo! (Sudamericana)
"con la pasión declarada del hincha". Pero también "con el fino
artesanado del mejor periodismo de investigación", como escribe en el
prólogo Carlos Ulanovsky. Burgo y Wall hablan de épica, identidad y
resistencia. Y también de dolor, pasión y desmesura.
"Quejarse de que en
el fútbol se sufre o sea aburrido -escribió el inglés Nick Hornby en Fiebre en
las gradas - es como quejarse de que el Rey Lear tenga un final tan triste: es
no haber entendido nada".
Los relatos de Burgo y de Wall no son neutrales,
sí honestos.
Cuentan el país desde una tribuna.
El país hecho pelota.
Fuente Cancha Llena

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