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martes, 27 de diciembre de 2011

Un relato de rrrojo - 01



Picadito que organiza la Vida entre el corazón y los amigos.
Partido, revancha y bueno. Todos contra todos.





Que juego jodido el fobal. Más cuando jugás con amigos.

Con los del otro barrio es distinto.

Once contra once y a pintarles la cara.

No tenés escrúpulos. Les querés ganar. Y sacás ventaja hasta al límite del reglamento.

Si podés la acomodás con la mano. Y la metés adentro también.

Con tal de que no te vean. Y siga el sigue y siga.

Ponés cara de Yonofuí aún cuando le pasaste la suela por los dientes al puntero de ellos.

Te revolcás como electrocutado por un rayo cuando te respira demasiado cerca la marca y te roza.

Es el orgullo del barrio en juego.

Pero cuando jugás un picadito con amigos es otra cosa.

Contra los tuyos, en otro equipo de tuyos, querés ganar.

Pero no tanto.

Desearías empatar.

Pero depende de Ellos. Que también son tus amigos.

Y no sabés si los guachos también quieren empatar.

Porque si así fuera, hacen precalentamiento los dos equipos mostrando habilidades ante la tribuna, se abrazan y firman el empate,  yéndose a comer el asado.

Que habitualmente preparan los gordos, ex cracks, que acumularon kilos depositando a plazo fijo hasta el 2030.

Cuando jugás con amigos es otra cosa.

Si tenés que jugarlo, como seguro será, estás preparado

Y tenés tu pizarrón.



Allí, con la tiza en la mano, sabés como termina.

Y que ese día ni tu amigo ni Vos van a perder.

Están en distintos equipos. De amigos.

De ambos.

Solamente se van a estrechar en un abrazo. Al finalizar el partido.

Abrazo Infinito.

No importa el resultado. ¿Perdieron los dos?. Ganaron los dos.

Porque los dos saben.

De fobal.


Y de la Vida.


Vos y El saben que cuando Viene de la Cava superior y te desbordan por la Aurícula derecha, te mandan seguro el centro al ventrículo, y ni Vos, que sos tan macho, lo aguantás y se te cuela.

Decís que quisiste sacar por la arteria pulmonar. Pero nadie te cree.

Sabes y saben  que es gol de ellos.

Y es gol.

El no festeja.

Pero Vos no te rendís. La pasa Vena pulmonar a aurícula izquierda, hace la pausa, la entrega a válvula Mitral que avanza y cede a ventrículo izquierdo. Centro. La ves venir y la colocás de cabeza cruzada. Es el empate. La vena cava inferior ni la vió.

No lo gritás.

No está pactado de antemano el empate. Pero es querido.

Y siguen jugando a no jugar esperando el pitazo final.

Que alivia a todos cuando El Barba lo anuncia.

Hasta al anciano árbitro de tantos encuentros se siente aliviado y acaricia y acomoda su barba como preparándola para la estampita con los jugadores.  

Y piensa que va a dirigir muchos partidos más de estos equipos que quieren a sus ocasionales oponentes. Porque no tuvo ni que cobrar una falta. Porque todos se comportaron según su reglamento.

Tienen contrato por varias temporadas, en las canchas en que jugaron desde chicos. En el barrio que los vió crecer, y creció el barrio y se llevó muchas canchas.

Muchos no saben de estos códigos. Algunos quieren aprenderlos.

Vos los conocés, porque desde la mesa del café alguna vez viste a través del vidrio como la garúa hacía brillar de noche un empedrado, una piba y un pibe corrían de la mano buscando refugio de la lluvia viviendo una ilusión, y saliste a que se te mojara la cara para disimular las lágrimas.

El café se te enfrió a pesar que un cigarrillo cercano intentaba calentarlo.

Allí, al rato, estabas con tu Amigo.

Al lado tuyo.

Revolviendo el café y pegando rítmicamente sobre el borde del pocillo con la cucharita.

Festejado un empate.

Que no es no ganar, perder la Vida.

Y no intentes ganarle a Ella, porque es imposible.


A la Vida hay que empatarle, porque la querés como a tus amigos.


No ganarle. Empatarle y abrazarla después de cada partido.


Como a tus amigos.



A los que hay que ganarles es a los jueputa del otro barrio.


A esos, hasta en una gamba les juego.


Y mi amigo, El Poeta de La Plata los golea.


Jugamos siempre juntos.


Pateamos para el mismo lado.


Le hago el diástole. El hace el Sístole. Pase y gol.


Latimos uno por otro.


Somos Hermanos. Porque nos elegimos pasito a pasito, como cuando de pibes hacíamos pan-queso. Que no es piedra papel y tijera. Ni cara o ceca. Ni espejito no revoléa.


Algunos lo entenderán.

Otros preguntarán.

Otros tampoco.



Fuente rrrojo para http://independientepaladarnegro.blogspot.com


Nota de rrrojo: Para Mi Hermanito Hugo Silva. 



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