Por Lucas Campos
Que difícil es tener el corazón “entreverao”. Que sí, que
no, que sí, que no. Hace más de un año que andamos así. Ilusionados en que
aquel Independiente del 2017 volverá.
Nos citamos y concurrimos a esa cita de amor, pero cuando se
desarrolla nos vuelve a romper el alma. Porque lo vemos mal, lo vemos “entreverao”.
Que conflictos que no conflictos. Que los titulares van al
banco y los suplentes entran. Que están cansados o que es normal. Todo es una
duda. Nadie sabe el once. Las ilusiones se rompen cuando vemos los lerdos
desplazamientos en el juego.
Nos ilusionamos en que la chispa ocurrirá pero todo queda en
la nada. Como si al encendedor le haría falta gas.
Así esperamos el clásico ante un San Lorenzo que anda
vagabundeando en el desierto y no tiene una gota de agua.
Las justificaciones ya no juegan, fueron desmanteladas a la
vista de todos.
Como cualquier excusa que una pareja pueda meter para salvar
una relación que no debe romperse, pero si modificar algunos hábitos que hacen
mal.
Volvimos a escuchar destellos que hace mucho no aparecían.
Los fríos, feos y aburridos silbidos. Esos que no queremos que se queden. La
solución está adentro, solo que hay que usarla de otra manera. Nadie dejará de
ser importante ni mucho menos. Lo debemos hacer.
El empate ante San Lorenzo fue un golpe al corazón, porque
como hace mucho tiempo no nos pasaba, nos vimos inferiores, sin posibilidades y
con cierto temor. Ojo, que esas cosas no se instalen.
No tropecemos dos veces con la misma piedra.
Fuente De la Cuna al Infierno
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Nota: solo los miembros de este blog pueden publicar comentarios.