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martes, 3 de septiembre de 2024

Compromiso, actitud, intensidad y orden táctico


Santiago Montiel contra River. Foto: ph.arita

 


Por Nahuel Lanzillotta

 

Independiente volvió a tropezar con una expulsión tempranera en un clásico, pero de nuevo supo resistir más de un tiempo y medio. Otra muestra de carácter sostenida por una concentración estratégica.

 

Otra vez sopa. Otra vez a remar más de un tiempo y medio (casi dos) en desventaja numérica. Otra vez una tarjeta roja prematura arruina toda planificación de juego. Independiente volvió a tropezar por tercer clásico consecutivo con la misma piedra. Pero, desde ese flagelo, el de las expulsiones en partidos importantes (San Lorenzo, Racing y River), se hace paradójicamente fuerte. Florece el compromiso, la actitud y la intensidad del CAI, aunque a eso con Julio Vaccari le sumó un orden táctico fundamental para lograr la resistencia.

 

No perdió ninguno de esos duelos con otros grandes en los que se encontró diezmado desde la etapa inicial. No es casualidad. Pudo aguantar porque supo cómo hacerlo. Sin embargo, no solamente se trató de eso, de aguantar como sea, sino que este Independiente entendió de qué manera abroquelarse de forma tal que la superioridad del rival no se vea reflejada en el trámite de esos encuentros.

 

Contra el River de Gallardo, que todavía de River de Gallardo no tiene nada, lo hizo de nuevo. Y le agregó además una cuota de mayor bravura y hasta de ambición para animarse a buscar más el contraataque. Si hasta convirtió un gol que fue bien anulado por una mano previa de Juan Fedorco. Con uno más, los de Núñez no la pasaron bien en Avellaneda.

 

Vaccari esta vez no movió el banco cuando se quedó con uno menos. Sí movió fichas sobre el mismo paño para reacomodar todo en un 4-4-1, con Tata Martínez al lado de Iván Marcone, Santiago Montiel de volante izquierdo y Saltita González por la derecha, con Gabriel Avalos como gladiador único en la lucha contra la defensa gallina.

 

La mayor virtud en la tarde del domingo fue la de no meterse atrás. El Diablo no metió la cola en su área, a pesar de la embestida de River. Sí había ocurrido eso en el Cilindro y de Hecho Racing contó con más situaciones de peligro. Rodrigo Rey fue la figura del clásico en casa de los vecinos. Pero ahora no, Independiente se plantó unos metros más adelante y bancó la parada mostrando los dientes, luchando cuando tenía que luchar y también cortando con inteligencia y oportunismo el juego oponente.

 

La solidaridad destaca a este equipo. Todos corren y se desdoblan. Bromeando, Vaccari dijo que iban a tener que empezar a jugar con diez porque ahí se veía una mejor versión del Rojo. Es cierto en parte. Más allá de que sale a la luz el corazón del plantel, la desventaja le recorta la posibilidad de una pelea igualitaria en los 90 minutos. La duda queda: ¿qué hubiera pasado estando 11 vs 11?

 

Como no hablamos sobre supuestos, nos enfocamos en lo sucedido. Independiente volvió a relucir templanza y carácter. E incorporó una gran cuota de orden en lo táctico para estar siempre bien parado, cubriendo cada hueco sin dejarle la chance a River de lastimar. El temible Miguel Borja tuvo apenas dos claras en todo el partido y no definió bien.

 

El desdoble de los volantes externos también fue un componente importante. Tanto Montiel como González leyeron bien cuando ir y cuando volver, respaldados por Tata y Marcone en los relevos. Lo mismo los laterales, con otra función estelar de Pipe Loyola, esta vez como marcador de punta derecho ante la ausencia de Federico Vera.

 

Y ahí hay otro punto a destacar: los cambios obligados por suspensión (Vera, Joaquín Laso y Damián Pérez) en la última línea no alteraron el funcionamiento y la solidez. Tampoco hubo fisuras cuando Vaccari viró a la línea de cinco con el ingreso de Juan Fedorco, ya promediando el complemento.

 

En bloque, con un esquema o con el otro, el Rojo se mantuvo compacto sin replegarse demasiado cerca de su arquero, cuyo mayor trabajo estuvo en descolgar centros. Independiente crece. A pesar de los obstáculos reiterados con los que tropieza, se reincorpora y se mantiene erguido. Y va convencido de que está en el camino correcto.

 

Fuente Infierno Rojo


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