Por Nahuel Lanzillotta
Al
Independiente de Vaccari le falta dar el paso para lograr quedarse con los tres
puntos. Ante Belgrano tenía un panorama inmejorable y lo derrochó por falencias
propias. A seguir construyendo.
Roma no se construyó en un día. Edificar un equipo confiable requiere tiempo y dedicación y, sin lugar a dudas, atravesar altibajos que sucederán casi por defecto.
Julio
Vaccari es el ingeniero de un Independiente en construcción que se va
levantando de abajo hacia arriba, como indican los manuales de la lógica. Pero
llegó a una altura en la que necesita dar un paso más para terminar de techar
su estructura. Le toca aprender a ganar.
En Córdoba
ante un endeble Belgrano tuvo todo para hacerlo y se volvió con un puntito,
que, a diferencia de los anteriores, no dejó un sabor dulzón. Es el tercer
empate consecutivo del Rojo en la Liga Profesional. Los otros dos, ante Racing
y River, fueron valorados por el contexto adverso de las expulsiones sufridas
(fallas propias, claro). Sin embargo, en Barrio Alberdi la cosa no fue para
apretar el puño.
En el haber sigue estando la saludable intención de salir a adueñarse del trámite, como buscó hacerlo en la primera parte, aunque sin tanta claridad ni profundidad, es verdad. Así y todo pudo pegar primero en el amanecer del complemento. Hasta ahí, lo positivo.
La balanza
se inclinó para el lado del debe. La seguridad que venían entregando los
centrales presentó grietas. Fue el peor partido de la dupla Lomónaco-Laso, que,
más allá de ese grosero error de salir ambos al mismo tiempo y dejar mano a
mano a Reyna ante Rey, sufrieron bastante en toda la noche con los centros
cruzados de Belgrano. El punto del penal fue una zona liberada para los
rivales. Por allí vino el empate de Jara. Por allí pudieron haber venido más
goles. Obviamente que los laterales tuvieron su cuota de responsabilidad al no
evitar los envíos desde los costados.
Pero, ¿qué fue lo que pasó para no sostener el resultado? Cuando tenía marcador y dominio a favor, el Diablo reculó. Y ahí quedó en evidencia esa materia que le falta rendir y a la cual parece presentarse al examen si haber estudiado: aprender a ganar. Con un cambio táctico, el local lo complicó de un momento a otro del partido. El conjunto cordobés cambió el esquema a dos puntas y el ingreso de Franco Jara le dio mayor presencia en la zona de fuego.
Para
equilibrar esto, Vaccari sacrificó a Loyola que jugó más de cinco que el propio
Tata Martínez, reemplazante natural del suspendido Iván Marcone, a quien
Independiente extrañó. El Chileno, diezmado por un cuadro febril que lo afectó
los últimos días, debió resignar en ofensiva para retrasarse y marcar. Pero los
centrales quedaron muchas veces muy cerca de Rey, muy metidos en el área chica,
y Belgrano fue inteligente para ocupar ese hueco que quedaba entre los
defensores y los volantes rojos.
Vaccari
había apostado por el pibe Millán para reemplazar al lesionado Saltita González
en el primer tiempo. El juvenil entró como interior zurdo, pero con el ingreso
de Federico Mancuello, luego pasó como extremo y se diluyó. El DT hizo la gran Bielsa
y lo sacó por Alex Luna. Mala lectura del entrenador que debió corregirse y eso
implicó realizar una maniobra arriesgada con un pibe que necesita sentirse con
confianza en vez de agregarle inseguridades.
Más allá de
eso, Independiente no supo soportar la ventaja en el resultado, se replegó
demasiado y lo pagó. En el último tramo, lo tuvo tanto como para ganarlo
(contraataque inmejorable que desperdició Canelo) como para perderlo (salvada
memorable de Rey). El punto le cuajó muy bien a la noche. El vaso medio lleno
dirá que sigue sin perder; el vaso medio vacío, que no sabe ganar. Es hora de
dar ese paso para completar la construcción.
Fuente
Infierno Rojo
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