Miguel Angel Bertolotto
Los dirigentes de Independiente no hicieron casi nada
diferente de lo que hace la mayoría de sus colegas: a la hora de buscar
técnico, antepusieron los nombres de los candidatos por encima de los proyectos
(palabra bastardeada si las hay en el fútbol argentino) y de los estilos.
La
lista se confeccionó tan rápido como se escucharon varias negativas de los
hombres buscados, como si ser hoy pretendido por Independiente ya no fuese lo
que era en las épocas de oro del club: un privilegio, un orgullo y una oferta
imposible de rechazar. Ahora, después de las penurias de los años recientes,
ocupar el banco de Independiente equivale a sentarse encima de una bomba de
tiempo.
Al fin de cuentas, se eligió a Mauricio Pellegrino. ¿Por
gusto, por convencimiento, por antecedentes, por lazos con la institución, por
la forma en que para a sus equipos, por ruego o por presión del hincha?
Nada de
eso. Por decantación, sencillamente. Pellegrino no fue el primero de la nómina,
pero sí fue el que aceptó lo que será una espinosa aventura. Pellegrino -o el
fútbol que expuso en su paso por Estudiantes- tiene poco (casi nada) que ver
con los otros entrenadores que estuvieron en la carpeta de la confundida y
urgida dirigencia.
Más aún: ¿existe algún punto en común entre Almirón, el técnico
echado, y el que llega? Seguramente, el apego al trabajo, a la disciplina, al
orden. Ahora, de propuestas de juego ni hablar: no debe ser ninguna exageración
marcar que son como el agua y el aceite.
Eso sí: Pellegrino, al igual que le ocurrió a Almirón,
tendrá que pelear contra la resistencia de la gente: en el último compromiso
como local (el 1 a 0 frente a Tigre), antes de rubricar su contratación, a
Pellegrino le colgaron una bandera de rechazo en la tribuna.
Almirón perdió por
goleada esa batalla: pese a la idea valiente que enarboló, acorde con la
tradición de Independiente, los malos resultados y los vaivenes pronunciados
horadaron el escasísimo crédito que tenía en la consideración popular.
Pellegrino, un defensor de la táctica, de la estrategia y del equilibrio,
deberá edificar un Independiente que le cambie el concepto, la mirada y los
prejuicios que muchos hinchas poseen sobre él de acuerdo a lo planteado en
Estudiantes.
Un mayúsculo reto.
Fuente Clarín

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