Messi y las diferencias entre América y Europa.
Por Marcelo Sottile
Messi mostró los dientes aunque sin caer en Un llanto
sacaventajas. Y volvió a defender lo que siente: el juego que intenta esta
Selección.
Messi nunca se tira. Difícil que él simule: por optimismo y
velocidad siempre cree que puede terminar la jugada. Es raro también que se
queje. Si bien ahora dejó ver su carácter en la cancha: se banca el cara a cara
con un grandote en Barcelona-Atlético de Madrid y copa la discusión en un
Argentina-Uruguay en el que se lo quieren llevar por delante. No le gusta el
llanto sacaventajas, aunque se planta sin necesidad de cambiar su tono
habitual.
Afuera le pasa lo mismo. Tal vez porque siente que pese a
asumir en gran nivel el liderazgo contra Colombia, en los otros partidos se
repitió una partecita de la película de las Eliminatorias. Entre sus fines de
semana en el Barcelona y esta Copa América hay otra agresividad en la marca;
aparecen árbitros con miopía como el mexicano del otro día, Roberto García
Orozco… Los rivales, entonces, no sólo se escalonan para tomarlo sino que le
juegan a la raspadita. Al límite. Y a veces del otro lado.
“En Sudamérica son partidos que se dan muy trabados,
luchados. No se ve tanto fútbol: hay mucho roce. Pero nosotros tratamos de
hacer un buen juego y ganar de esa manera”, explica el propio Messi la
diferencia, a la vez que levanta la bandera de esta Selección.
No se lo escucha preocupado ni enojado. Más enojado está
Martino, a quien lo inquietan los jueces antes que los rivales. Y más temor
dejó ver el Bocha Ponce, el ex jugador de Estudiantes y Boca que durante estos
días visitó al plantel y declaró que tiene miedo “de que a Messi le rompan un
tobillo”. Leo va con su idea, que avala la confesión del referí del viernes,
que le dijo al Kun Agüero que no se queje porque “esto es América”. Se permiten
más caricias ásperas. O alguna bajeza, como la del chileno Jara, que algún
fanático hizo bandera pidiendo “con Messi hasta el codo”.
Leo prefiere mirar hacia adentro. Aunque no hable en tercera
persona a lo Riquelme, está feliz. Porque ve que el poco juego, justamente, lo
pone Argentina. “Contra Colombia hicimos nuestro mejor partido de la Copa. Es
lo que buscamos: jugar siempre con este estilo, mantenerlo en lo que viene… No
es fácil encontrar una Selección en esta competición que juegue de la manera
que lo hacemos nosotros. Siempre intentando por abajo. Así creamos nuestras
situaciones para convertir”.
A Brasil nunca la vio en esa línea. De hecho, cuando se le
proyectó una semifinal con ellos antes de que los eliminara Paraguay, él pidió
no cerrar la serie. Messi, si tiene que ponderar a otro equipo, es al local.
“Chile juega muy bien, busca de la misma manera. Nosotros, por ejemplo,
esperábamos que Colombia nos viniera a buscar más después de que con Brasil le
había ido bien buscándolo. Pero bueno, lo importante es que pasamos del modo
que queremos. La verdad es que no merecíamos sufrir tanto”.
Ni el fútbol escaso ni el roce repetido. Lo único que lo
preocupa a Messi es desahogarse. Ganar con la Selección, primero. Y que vuelva
su gol, después. “Ojalá que el gol llegue en la semi y juguemos la final, que
es lo que todos deseamos”. Ahí sí se tiraría, pero a festejar…
VIÑA DEL MAR, CHILE (ENVIADO).
Fuente Olé
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