Independiente volvió a quedar en deuda con sus hinchas.
Sin Mancuello, el Rojo repitió errores defensivos y el
empate lo dejó con gusto a poco. Albertengo abrió la cuenta pero de inmediato
lo empató Coronel. Almirón se fue insultado.
Todos al choque y la pelota en otro lado. Independiente
volvió a quedar en deuda y empató ante Gimnasia. (Télam).
Ya no es noticia. Independiente muestra dos caras: una en
ataque y otra en defensa. Y lo paga caro. Más aún como local, donde su público
pierde la paciencia al ver que los resultados no llegan. El 1-1 ante Gimnasia
fue una muestra más que deja al conjunto de Jorge Almirón con más dudas que
certezas. Lucas Albertengo volvió a convertir y abrió la cuenta a los 41
minutos del primer tiempo pero Maximiliano Coronel, ante un descuido de la
defensa local, clavó el empate enseguida.
El primer tiempo fue de ida y vuelta. Independiente, como es
costumbre y, principalmente en Avellaneda, muestra dos caras: ataca de manera
fluida, con buenas combinaciones y toques; pero se descuida en el fondo y le
llegan muy fácil. Gimnasia no tenía necesidad de hacer triangulaciones o
grandes jugadas. Tiraba la pelota al área local y ya generaba peligro.
Así se armó un trámite vibrante, con Navarro como figura
principal. El arquero del Lobo le sacó un cabezazo a Riaño por arriba y dos
derechazos potentes a Martín Benítez. En la primera peligrosa del Lobo, Juan
Pablo Pompei no cobró un penalazo de Aguilera, que se tiró como un arquero y
tapó con la mano el remate de Vegetti.
Hasta que a los 41, el equipo de Almirón abrió el marcador
como mejor sabe. Tocó de un lado al otro, pivoteó bien Albertengo, la movió
Méndez, aguantó Riaño, encaró Pisano, que desbordó por derecha hasta el fondo y
tiró el centro atrás para el ingreso del goleador que la mandó a guardar con
una muy buena mediavuelta. Golazo. Marca registrada de lo que busca el técnico
de Independiente.
Pero la otra cara de la misma moneda se vio de inmediato, en
el área propia. Como en toda la primera etapa le ganaron de cabeza y Coronel,
solito, sin marca, ingresó por el segundo palo para empatar.
En el complemento, las posiciones estuvieron más marcadas:
Gimnasia esperó y le dio la pelota a Independiente, que tuvo cada vez menos
ideas y más apuro. Fue perdiendo la paciencia al compás de sus hinchas. Almirón
mandó a Graciani a la cancha en lugar de Benítez, que había sido el más picante
en el primer tiempo. Y el ritmo se planchó.
Entraron Valencia y Aquino pero el Rojo perdió frescura. Ya
no era figura Navarro, ya no lastimaba Pisano. Graciani no logró hacerse eje y
los nervios invadieron a los jugadores locales. Otra vez quedó en deuda el
Rojo. Otra vez se fue silbado Almirón. Y otra vez mostró las dos caras de la
misma moneda.
Fuente Clarín

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