Por Tomas
Franch
Segundos pasaron del gol de Sarmiento de Junín el último
domingo en el Estadio Libertadores de América para que aparezca, detrás del
banco de suplentes de Independiente, un cartel alusivo a Daniel Montenegro.
Casi que fue simultáneo. Desde la salida del Rolfi del plantel, el técnico es
el blanco de todo tipo de quejas.
No obstante, la dirección para demostrar
disconformismo es la sede del club y no el banco de suplentes.
En lo que va de gestión de esta nueva Comisión Directiva,
encabezada por el Presidente Hugo Moyano, se tomaron tres decisiones -las tres
en diferentes momentos- que pueden tener un denominador en común: las salidas
del club de Federico Insúa, la de Gabriel Milito y la reciente del Rolfi
Montenegro.
Tres personas que en una etapa de Independiente se consagraron
campeón del torneo local. A pesar de que la relación de la mayoría de los
hinchas con cada uno de ellos tuvo altibajos, esa relación siempre cuenta con
el recuerdo de aquel torneo.
Para una parte, alguno de ellos recibe la
categorización de ídolo. Personalmente, no comparto esa descripción, ya que la
adjudico a una necesidad imperiosa de muchos jóvenes de tener ídolos actuales.
Sin embargo, este aspecto no hace al análisis que propongo.
Los tres referentes –prefiero utilizar este concepto para
unir a Milito, Insúa y Montenegro bajo un mismo grupo- cuentan con una
personalidad que puede incomodar a dirigentes y cuerpos técnicos. La
trayectoria, el campeonato logrado, posibilitan que cada uno de ellos tenga
cierta autoridad para cuestionar decisiones que provienen de otros sectores.
Autoridad que puede ser cuestionada seguramente, pero que concretamente la
poseen ante los micrófonos. Por eso es que repercute cada una de sus
declaraciones.
Sin duda que los motivos de cada salida por separado son
completamente diferentes. No obstante, puede percibirse cierta línea en la toma
de decisiones de la Comisión Directiva frente a estos referentes.
Claro, uno
pensará rápidamente en Federico Mancuello y su forma de declarar actualmente.
Sin embargo, no posee esa repercusión a comparación de los tres que ya no están
en el club.
La dirigencia busca proponer un discurso ante los hinchas y
los medios de comunicación. Ese discurso podía, a veces, chocar frente a las
opiniones que tengan Milito, Insúa o Montenegro. Justamente, tres referentes
que no tienen inconvenientes en opinar opuesto a quienes manejan el club.
Otro ejemplo que, personalmente creo, atraviesa la misma
lógica en cuanto al discurso es el de Omar De Felippe. “Es un entrenador muy
serio”, aseguraron desde la Comisión Directiva cuando el ex técnico de
Independiente se alejaba de la institución.
Meses antes y con otro presidente,
De Felippe había manifestado después de un partido “esto es un quilombo”.
El
ahora técnico del Emelec de Ecuador es alguien quien no le hace el juego a
ningún dirigente y si no está de acuerdo en determinadas cuestiones, hace
pública su opinión sin problemas.
Claramente, esta nueva Comisión Directiva no
iba a correr ese riesgo. Y mucho menos iba a arriesgarse a seguir expuesto ante
referentes como Milito, Insúa y Montenegro.
Por eso no creo que sea el banco de suplentes el lugar a
presentar las quejas por la salida del Rolfi Montenegro ante cada gol en contra.
Ni mucho menos pienso que haya que presentar quejas constantemente.
Pero si
creo que el lugar para poner en cuestión la salida de Montenegro y otros
referentes no es el banco de suplentes y ante Jorge Almirón, sino en la sede y
ante los dirigentes, de quienes parten la mayoría de las decisiones.
Fuente De la Cuna al Infierno
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