Por Rodrigo
Volpi
Tras el muy
buen partido de Independiente en Rosario, llegó Sarmiento de Junín a Avellaneda
por la segunda fecha y el rendimiento fue una decepción para toda la gente que
llenó el Libertadores de América. El mismo Jorge Almirón sabía de antemano que,
aunque elija parar el mismo equipo, no iba a poder jugar de contragolpe como lo
hizo ante Newell’s y que estaba obligado a salir a buscar el encuentro. Sin
embargo, salvo por pocos lapsos del partido, el local no salió a pasar por
encima al visitante. Hizo todo lo contrario: fue pasivo, mostró muy poca
rebeldía y las pocas distracciones atrás costaron un gol.
Los mejores
minutos de Independiente fueron los primeros 20. Sin ser una luz, tomó la
iniciativa y preocupó a Sarmiento, principalmente por la actuación de Matías
Pisano, uno de los pocos rescatables en el empate. ¿La imagen repetida en gran
parte de la tarde? El Rojo en campo rival, pero con pocas ideas para entrar. El
planteo de Sergio Lippi fue casi idéntico al de Almirón en Rosario.
La espera
del equipo de Junín obligaba a Independiente a jugar con muchos menos espacios
que ante Newell’s y se sintió. Lucas Albertengo, de tan buena tarea en la
primera fecha jugando con el arco de frente, casi siempre debió hacerlo de
espaldas. Si bien tuvo un cabezazo que se estrelló en el palo, no redondeó un
buen partido y le costó mucho generar peligro en espacios reducidos.
Otro punto
que dejó en evidencia la excesiva paciencia -ser paciente es una virtud cuando
en un determinado momento de la jugada se cambia el ritmo- y la pasividad del
equipo, fue el casi eterno toqueteo entre los cuatro jugadores de la defensa.
Del 3 al 6, del 6 al 2, del 2 al 4 y viceversa. Además, Papa -de partido
correcto- casi siempre estaba libre en su sector, pero a la hora de
desequilibrar por la punta izquierda, el peligro se diluía. Y es entendible,
Papa no es un volante ofensivo, y eso es responsabilidad del entrenador.
Y el Verde,
cuando tenía la posibilidad de avanzar unos metros, generaba fallas importantes
en defensa. Hubo una sola llegada clara del visitante en el primer tiempo. Tras
un pase en cortada entre Toledo y Figal, Gervasio Núñez estuvo a punto de
convertir, pero su puntería erró por centímetros.
El segundo
tiempo tuvo un arranque parecido al primero, aunque la leve superioridad del
Rojo duró menos minutos. De todas formas, el abanderado en el desequilibrio era
el mismo: Pisano. Flotando por el medio lastimaba a la defensa rival.
Cuando el
encuentro ingresó en el último tercio, Sarmiento, al ver que a Independiente le
costaba romper las líneas, se animó y comenzó a adelantarse. La presión que
hacían todos sus jugadores en campo propio, pasó unos metros más arriba. Y el
partido se tornó de ida y vuelta con aproximaciones peligrosas de ambos lados.
El ingreso
de Martín Benítez -el mejor del local junto a Pisano- por Papa le dio mucho más
picante al equipo por la banda izquierda. Fue de los pocos jugadores que rompía
las líneas de presión del equipo de Lippi y generaba peligro. Y hubo una
situación del segundo tiempo que otra vez dejó a las claras la pasividad local.
Benítez gambeteaba e intentaba buscar un pase en ofensiva, sin embargo, sus
compañeros estaban estáticos ante las marcas.
Y cuando
faltaban seis minutos para el final, llegó el baldazo de agua fría. Sarmiento,
que había llegado una vez de forma clara en la primera parte y había inquietado
con dos disparos de afuera de Núñez, convirtió el primer gol de la tarde.
Pisano y Toledo miraron al lanzador y Cuevas, autor del tanto, cabeceó con total
tranquilidad ante la mirada de Cuesta y Tagliafico.
Algunos
piensan que también hubo un error del arquero. Creo que por la fuerza y la
comba abierta del centro, si Rodríguez salía a cortar, quedaba a mitad de
camino. Si es que tiene responsabilidad alguna, es mínima en comparación a la
desatención en defensa.
Cuando
parecía que estaba todo perdido, la suerte le dio un guiño al Rojo. En tiempo
adicionado, Valencia, de flojo ingreso, remató al arco pifiado y Pisano, muy
atento a la jugada, la jugó de taco y empató el partido tras el rebote. Premio
para él por intentar algo distinto durante todo el encuentro.
Federico
Beligoy, que tuvo un mal partido -sin ser determinante para nada en el
resultado-, dio el pitazo final y se concretó el empate 1-1. Salvo las buenas
actuaciones de Benítez y Pisano, el resto de los jugadores de campo no completó
un buen encuentro. La defensa, las pocas veces que fue atacada, sufrió de más.
Figal regaló en reiteradas ocasiones la pelota al mediocampo rival en las
salidas. El uruguayo Rodríguez jugó un muy buen primer tiempo, pero se hizo
amonestar infantilmente y debió afrontar un segundo tiempo solo en la
recuperación y condicionado. Mancuello tuvo uno de sus peores partidos en
Independiente de los últimos dos años y el equipo lo sintió mucho. Quedó en
evidencia que Papa puede ser volante ofensivo cuando la idea es contragolpear,
pero si hay que tomar la iniciativa, le cuesta esa posición. Albertengo no pudo
desequilibrar ante pocos espacios y Lucero estuvo desaparecido en acción de
forma literal. Si bien el ping pong terminó 7-5 a favor del Rojo -con pocas
claras de ambas partes-, no se puede dejar de lado que el presupuesto de
Sarmiento es de casi $2.000.000 y que Independiente gastó cerca de $90.000.000
en refuerzos.
El próximo
rival será Quilmes, que probablemente, aunque sea local, haga un planteo
similar al de Sarmiento en Avellaneda. Jorge Almirón tendrá la tarea de
encontrar la forma de lastimar y romper con eso, y los jugadores deberán
mostrar una intensidad y una rebeldía parecida a la que hubo en Rosario y completamente
distinta a la de ayer.
Fuente LxR
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