Ilustró rrrojo. Fuente de imágen web
Por Francisco Schiavo.
La renuncia de Gabriel Milito puso a Hugo Moyano por primera
vez frente a los ojos examinadores de la gente.
El ex defensor, uno de los íconos del club en los tiempos
modernos, dejó su cargo como entrenador de la reserva por cortocircuitos con
otros dirigentes.
No con los Moyano, Hugo y su hijo Pablo, que hasta último
momento trataron de convencerlo. Ellos no querían que se fuera, pero él mantuvo
su posición.
Lo único que le había generado cierta picazón a Gaby de los
Moyano había sido el intento para que reincorporara al hermano del Kun Agüero,
Gastón Del Castillo, sancionado por indisciplina, según trascendidos.
El problema fue con otros dirigentes que, por lo bajo,
cuestionaron sus métodos y algunos resultados. También su grupo de trabajo,
encabezado por Miguel Gomis, coordinador de las divisiones juveniles. Los más
cercanos juran que muchos no perdonaron la negativa de Milito para hacerse
cargo de la primera, tras la ida de Omar De Felippe, sucedido, al final, por
Jorge Almirón.
Desde el entorno del DT señalan al vicepresidente Noray
Nakis, que alzó la voz públicamente, y Héctor Maldonado, secretario general y
hombre de confianza del líder de la CGT opositora.
Lo mismo da. Para el hincha quedará como la primera gran
situación traumática en la gestión del sindicalista, al que hasta ahora parecía
salirle todo bien.
Las idas de De Felippe y Federico Insúa, por ejemplo, no
tienen ni punto de comparación.
Hugo Moyano absorberá el impacto por la despedida de alguien
que se ganó el respeto como futbolista y por la imagen pública de amor a los
Rojos. De hecho, Gaby financia -junto con Agüero, vaya paradoja- parte de las
obras para un centro de entrenamiento en Villa Dominico.
Hoy, tal vez, la cancha dirá.
Fuente La Nación
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