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viernes, 21 de noviembre de 2014

Café de los Diablitos - Un fútbol prostituido.




Ilustró rrrojo



Nada es sincero. Todo fingido.



Sin amor por el juego.

Sin sentimientos nobles que exalten los sentidos.

Sin emociones puras que obedezcan a buenas intenciones de generar algo que trascienda.


Todo mezquino. Calculado. Con la tarifa anticipada.


Prostibulario.


Hasta acá te dijeron y hasta ahí llegas. No pretendas belleza cuando lo único que interesa es cumplir la formalidad. Del tiempo estipulado. Que inicia y termina un silbato mal soplado.

Cuando todo acaba pero no termina.


Sigue con las formalidades.


De pretender explicar que lo que viste en realidad no lo viste y era encantador.


Te lo perdiste.


Y en el camino hasta quedaron tiradas las ignoradas buenas intenciones de inexpertos actores, aún desconocedores de tan antiguo negocio.


Creyentes inocentes que con aires frescos y juveniles pretendieron cambiar esos códigos, que de oído a oído les trasmitieron aquellos que les dijeron que Ellos no se los habían dicho.


Porque la inocencia siempre pierde a la hora del sorteo de árbitro.


Terminó. Tanto espamento para unas pocas putas locas.


Sin festejos. Solo un trámite. Que dura lo necesario.


El tiempo medido sin discreción por el que regentea y te marca la posición.


Un fútbol prostibulario.


Donde se finge jugar y se actúa para cobrar el bolo por actuar…



Hasta que se acaba.


Se acaba por obligación.


Y te quedás con las ganas.



¡ Me cago ¡ Se cayó el café sobre el papel donde escribía.


Miro a mi alrededor para ver si el papelón era compartido por los de las otras mesas.


Por suerte no.


Miraban el cierre del espectáculo del “Fobal pa Tuitos” que afortunadamente lo pasan después de las quince horas, por la noche, en horario de Protección al Cerebro.


Habian jugado la Bosta y las Gayinas. Y Habían perdido los dos.


La gente que pagó para verlos en la cancha se sintió defraudada como si alquilara una peli porno que se corta en la mitad.


Y los que perdieron su tiempo viéndolos por tele se ahorraron la guita de alquilar la porno.



Por allí escuché nuevamente a los comentaristas deportivos que desde la TV deformaban el amor, prostituyéndolo, queriendo con su relato redefinirlo.


Y la gente escuchaba.


Y hasta había muchas personas que dudaban entre la conveniencia de masturbarse o concurrir al prostíbulo.


Ninguno hablaba de amor.



De Enamorar y Enamorarse.



Termine de secar el café derramado justo cuando el mozo me traía otro sin haberlo pedido.


Me indicó la mesa de donde lo habían ordenado, y apenas miré hacia allí lo vi a Daniel, Diablo con el que tantas veces hablamos de fobal. Si FOBAL, como le decimos en el café. 

Estaba junto a Luisito mi hermanito, que se hace llamar Roberto,para disimular que es Luisito, y a Fernando mi sobrino.


Llevé los papeles empapados en café y mi pocillo hasta su mesa.


Dijeron que me vieron escribiendo y no quisieron joder.


Ninguno de nosotros hizo mención a como el Rojo seducía, conquistaba y enamoraba en aquellos tiempos.


Ninguna fanfarronada.
Muy alejada y nada que ver con este grotesco acto pornográfico protagonizado por dos que se dicen grandes que habíamos visto hace minutos.


Volvimos a recordar al Rojo aquel. Se te metía en el corazón. Y las minitas decían que sin siquiera rozarles el corpiño.



Pagaron Ellos, y nos fuimos caminando despacito buscando el viernes.



El que se va sin que lo echen, vuelve sin que lo llamen.


Fuente rrrojo Para este Blog



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