Por Cristian Fernández
La vida de Federico Mancuello en Independiente claramente
fue de menor a mayor. El zurdo aprovechó su paso por Belgrano para tomar
continuidad, la B para hacerse referente y este torneo para transformarse en
ídolo.
No es extraño hoy que en el Libertadores de América suene
una ovación con su apellido o diluvien aplausos de agradecimiento por su
entrega, juego y dedicación. Mancuello supo ganarse a la gente, supo demostrar
sus aptitudes y tiene algo que no abunda: Amor por la camiseta.
El flaco que nació en la misma tierra que Gabriel Omar
Batistuta, en Reconquista provincia de Santa Fe, hizo las inferiores en
Independiente y debutó en 2008. Corría el mes de Diciembre y junto a un
compilado de juveniles hacía su presentación en lo que fue derrota 2-1 en cancha
de Arsenal, en Sarandí.
Desde allí fue alternando en Primera División. Tuvo pasajes
importantes y otros en los que tuvo que soportar la reprobación del hincha
porque su rendimiento no era el apropiado. Formó parte de ese equipo que
devolvió por un momento la gloria al club. Sí, jugó tres partidos en la Copa
Sudamericana 2010 que terminó en las vitrinas de la Sede de Avenida Mitre.
Debido a ciertas circunstancias y a un rendimiento que no
conformaba, Mancuello partió hacia Córdoba. En esa primera etapa en
Independiente marcó 5 goles. Sin embargo, se vistió durante un año a préstamo
con la casaca de Belgrano y allí tomó continuidad, hizo un tanto y forjó un
temple que le sirvió en el futuro.
Regresó al Rojo en el Clausura 2012. Ramón Díaz era el DT,
pero duró poco por los cuatro partidos consecutivos que perdió en el arranque.
La posta la agarró Cristian Díaz y mejor no recordar todo lo que sucedió
después. Mancuello volvió al gol en Independiente en la Sudamericana 2012. Fue
el 2-1 frente al Liverpool de Uruguay.
De a poco fue demostrando su entrega. En el año que
Independiente se jugaba la permanencia en la Primera División, comenzó a dejar
expuestos a todos sus compañeros. Regaba con su sudor y sangre cada espacio del
terreno de juego por el que pasaba. Así y todo no pudo evitar la debacle.
En la B Nacional se hizo referente del plantel. Siempre dio
la cara. Sacó fuerzas de todos lados. Se permitió jugar y luchar. Defendió a
sus compañeros y se hizo dueño de un puesto que parecía vacante. La gente le reconoció
su esfuerzo y su pasión al vestir los colores de Independiente. Lo enalteció y
lo comenzó a ovacionar. Muchos querían que el gol del ascenso fuera suyo, pero
no se dio. Sin embargo, se los guardó todos para el regreso.
Hizo el primero y hasta ahora el último. Marcó en las 5
victorias de Independiente en este Torneo Transición.
¿Importantes?
Analizá:
Para empezar a ganarle a Rafaela, para derrotar a Olimpo, para demostrar que en
el barrio manda “Papá” y superar a Racing, para traer los tres puntos de
Banfield y para cerrar la victoria ante Quilmes.
En total ha marcado 13 goles en 132 partidos -1 en Belgrano
y 12 en el Rojo- lo que hace un promedio de 1 grito cada diez encuentros. De
todas maneras, lo más importante es que Mancuello pasó de mendigo a Príncipe.
Hoy es el abanderado. Su amor por el club y la camiseta son sentimientos que
por estas épocas escasean.
Fuente Infierno Rojo
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